Por cinco décadas ha buscado a su padre. Los anhelos de justicia se desvanecen en cada nueva conmemoración del Golpe de Estado, no obstante pide una vez más a los militares entreguen los antecedentes sobre el destino final de Juan Vera Oyarzún
Desde mediados de los 80, María Erita Vera, comenzó a buscar las pistas que permitían develar qué paso con su padre, Juan Vera Oyarzún. En 1990 puso la primera querella, la que rápidamente fue derivada a la justicia militar sin obtener respuesta. Fue recién en la tercera acción judicial, interpuesta bajo la figura del secuestro permanente, la que logró identificar a los militares y civiles que participaron de su detención, asesinato y posterior desaparición.
“Todo el mundo está conmovido con los 50 años, pero para mi es un año más de espera, un año más de decepción, un poco de impotencia. 30 años atrás, con el retorno de la democracia afloró la esperanza de encontrar a nuestros seres queridos, de que hubiese justicia real y efectiva, y eso no ha ocurrido”, comentó María Erita Vera.
A cinco décadas de la desaparición de su padre lamenta que aún las Fuerzas Armadas no entreguen toda la información que poseen respecto al destino de más de mil personas desaparecidas durante la dictadura, cree firmemente que es momento de poner fin a los secretos y al silencio.
“Es como una herida que uno rasca y vuelve a sangrar, eso me pasa cada 11. Pinochet decía que acá no se movía ni una hoja sin que el lo supiera, entonces queremos las hojas, queremos verlas y queremos que nos ayuden para encontrarlos, para dar con nuestros seres queridos que son más de mil”, concluyó la hija del detenido desaparecido Juan Vera Oyarzún.