Por: Presidente CChC Calama, Carlos Ramírez Leaño
La actividad productiva en la minería no se detiene, menos en un país como el nuestro donde su aporte es fundamental para la economía y crecimiento. Frente a este desafío hace algunos años empresas del sector implementaron sistemas especiales de trabajo por turnos, con el propósito de dar continuidad a sus operaciones, consiguiendo el cumplimiento de sus planes de rentabilidad.
Es aquí donde cobra gran sentido e importancia la preocupación del sector empresarial por incorporar como parte de su responsabilidad social la calidad de vida de cada uno de sus trabajadores y la necesidad de equilibrar las demandas del trabajo y de su vida personal y familiar.
El debate sobre este modelo no es nuevo, permanentemente está sobre la mesa de trabajo de las empresas mineras, es cosa de recordar lo que ocurrió, en la negociación colectiva de 2012 en Chuquicamata.
Los trabajadores de la empresa rechazaron su aplicación argumentando que ya estaba instaurado el régimen de 5X2, y la nueva fórmula estaba más bien ligada a las faenas de campamento de la minería privada que a la pública.
Sus impulsores se defendieron y dijeron que su aplicación en la minería ayuda a mejorar la eficiencia y reducir los costos. Bajo esta misma premisa, son varias las empresas mineras del país que aplicaron éstos sistemas de turnos que invitan, por ejemplo, a trabajar 12 horas durante cuatro, siete o diez días seguidos. Quienes lo aplican, exponen que reduce los traslados, los tiempos muertos y mejora la eficiencia laboral. Igualmente defienden la hipótesis que cambiando la jornada de trabajo de 8 a 12 horas están abordando sus principales focos de interés como es la continuidad operacional, accidentes, optimización de las áreas de apoyo, estrechez dotacional, salud y calidad de vida del trabajador.
Hoy la mirada es distinta, y quizás se deba a la modernidad del transporte público y al cambio de mentalidad competitiva que tiene el nuevo empleador o el nuevo trabajador. Sin embargo sus detractores creen también que las jornadas especiales de turno están dañando un área tan importante como es la minería, pues no sólo estaría perjudicando la productividad sino también el sentido de identidad y pertenencia del trabajador.
Por lo mismo se ha tornado un aspecto relevante el tiempo de descanso y la compatibilización trabajo-familia. Sin embargo en nuestra realidad local, éste es un tema que traspasa más allá, ya que los turnos 7×7 hacen que esta jornada laboral sea extensa, superando el máximo de dos horas diarias de sobretiempo establecido en la ley, y que generan que muchos trabajadores opten por vivir fuera de Calama, transformándose en una ciudad de paso, reflejando una falta de consecuencia entre el discurso y el hecho respecto al compromiso con el territorio, su desarrollo y el bienestar de su gente, que con turnos de esta naturaleza, sin duda, la riqueza se va al centro.