Por: Gabriel Carvajal Valle. Periodista, Director periódico Norte Chico y del portal www.centrodenoticias.cl
Piñera debería traspasarle la deuda del cotillón y la champaña a las encuestadoras. Y no es lo único, también debería demandarlas por daño moral, puesto que los negativos resultados de la primera vuelta -lejos de la expectativas que generaron los sondeos- le bajaron la moral a él y a sus equipos. Pasar de la idea de ganar en primera vuelta a lograr tan solo un 36% de las preferencias, haciendo énfasis en que la gran mayoría de los votantes se cuadraron con los candidatos que representan una visión contraria a la de su domicilio político, fue y sigue siendo un duro golpe. Hay quienes creen -pese a la gran distancia que lo separó de Guillier- que la ventaja no le será suficiente.
El escenario para el expresidente dista tanto de lo planificado, que los cambios en su nueva campaña han sido al menos mayúsculos, incluso caminando en dirección contraria al ideario de su sector.
Hoy, gracias al apoyo de José Manuel Ossandon, personaje que calificó en su momento como un “mentiroso profesional” logró incorporar para su programa la política de gratuidad. Si, esa misma que criticó anteriormente como inalcanzable, sobretodo cuando tenía a miles de personas protestando en las calles durante su gobierno.
Al parecer la popularidad de esta medida promovida por Bachelet y que calza naturalmente en el programa de Guillier, es o era una amenaza tan difícil de superar, que se optó por lo más facil, se aplicó el conveniente oportunismo del viejo adagio “si no puedes contra ellos, úneteles”.
¿Qué piensa el seguidor de Piñera que hasta el 19 de noviembre defendió a muerte la negativa hacia la gratuidad? ¿cómo mantendrá su adhesión hacia un candidato que cada día se parece más a uno de la Nueva Mayoría?
Antes de este anuncio, la gratuidad se proyectaba como la gran diferencia entre ambos proyectos de gobierno, ahora tendría que ser ¿en quién se confía más para desarrollar esta popular medida?.
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