La amenaza a esta especie milenaria llevó a CONAF a constituir una mesa público privada integrada por expertos de la Universidad de Concepción, Universidad de La Frontera, Universidad Católica, Universidad Mayor y Universidad Austral; además de CMPC, SAG y Bioforest de Arauco, entre otros
Más de 50 hongos y bacterias detectados en cerca de medio millar de muestras de raíces, hojas y ramas de araucarias con síntomas foliares, son parte de los resultados obtenidos, a la fecha, por un grupo de expertos de la Universidad de Concepción y CMPC.
A más de un año de iniciada la investigación que intenta explicar la extraña enfermedad responsable de la muerte de ejemplares adultos y jóvenes, del denominado “pino araucano”, en la cordillera de Nahuelbuta, una de las hipótesis es un “estrés ambiental” que predispone a estos ejemplares a la acción de agentes, que antes eran inocuos, pero que en esta condición de la araucaria podrían ser letales.
Un ejemplo que grafica el fenómeno es que de las 2.460 hectáreas con presencia de araucarias en el Área de Alto Valor de Conservación de CMPC –AAVC-, en algunos sectores monitoreados de Trongol Alto, cerca del 70% de los ejemplares presenta muerte de ramas, aunque con diferentes niveles de severidad, desde unas pocas ramas bajas hasta la copa casi completamente afectada.
“La mayor probabilidad es que estos árboles hayan sufrido algún tipo de estrés fisiológico y eso permite que el ataque de cualquier agente patógeno sea mucho más severo, fenómeno que en la fitopatología se denomina “predisposición”, dijo Eugenio Sanfuentes, investigador de la Facultad de Ciencias Forestales y Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción.
Especial preocupación tuvo en los investigadores el hallazgo en las muestras de cepas del patógeno de raíces “Phytophthora cinnamomi”, microrganismo oomiceto (semejante a los hongos), que ha demostrado un gran poder destructivo en bosques nativos, y que ha sido encontrado en Australia, Estados Unidos y en países del sureste asiático.
“Probablemente este patógeno fue introducido en estas zonas hace muchos años pero llama la atención que un organismo como éste, que habita en el suelo, se encuentre en zonas altas con bosque nativo como es en la Cordillera de Nahuelbuta, indicando una posibilidad que el patógeno haya diseminado por la actividad humana en este tipo de zonas (tránsito de personas y vehículos)”, agrega, Eugenio Sanfuentes.
Phytophthora
¿Pero es este oomiceto el responsable directo de la mortalidad de las araucarias?. Jean Pierre Lasserre, gerente de Tecnología y Planificación de CMPC, explica que si bien se trata de una amenaza para el “pino araucano”, los estudios, concentrados en la zona de Trongol Alto, no permiten catalogarlo aún como el patógeno responsable de la mortalidad en araucaria que está ocurriendo en la Cordillera de Nahuelbuta. Para tal efecto, es necesario continuar los estudios para concluir sobre esta posibilidad.
De esta forma factores abióticos como el déficit de precipitaciones, la falta de nieve y variaciones de temperaturas, en meses invernales y estivales, predisponen a estos ejemplares haciéndolos vulnerables a la acción de patógenos como Phytophthora cinnamomi u otros hongos y bacterias en ramas y hojas.
“Estos sistemas de defensa de los árboles se van alterando y van disminuyendo. Hay un gasto energético de los ejemplares para mantenerse estable y, por tanto, termina debilitándose siendo afectada por mismos factores abióticos u otros”, comenta Eugenio Sanfuentes.
Por ahora, el daño foliar en las araucarias sigue presente y ya afecta al 93% de las 320.000 hectáreas de araucarias que existen en Chile; y de ellas el 1% ha muerto según las estimaciones de CONAF.
Medición de daño en especies sanas
Los investigadores iniciarán en los próximos meses, pruebas de patogenicidad en follaje y ramas en plantas de araucarias, lo que implicará inocular los hongos y microrganismos detectados, en ejemplares sanos para corroborar o descartar la presencia de los mismos síntomas detectados en las primeras muestras obtenidas desde terreno. Esta segunda etapa de investigación se extendería por cuatro meses.
“Seguimos teniendo la esperanza que la araucaria, por ser una especie pionera, tenga la capacidad de adaptarse a estas condiciones cambiantes y pueda defenderse sola. Cuando vas a sectores en que la araucaria crece bien, por temas de suelo y disponibilidad de recursos, prácticamente no hay daño”, explica Jean Pierre Lasserre.
Por otra parte, Eugenio Sanfuentes, destaca que otra de las hipótesis que sigue investigándose, por científicos de la UACh, es que esta enfermedad en araucarias estaría asociada a una falta de carbohidratos provocada por la ausencia de fotosíntesis también debido al cambio climático.
Mesa de trabajo público-privada
La amenaza a esta especie milenaria llevó a CONAF a constituir una mesa público privada integrada por expertos de la Universidad de Concepción, Universidad de La Frontera, Universidad Católica, Universidad Mayor y Universidad Austral; además de CMPC, SAG y Bioforest de Arauco, entre otros, para coordinar las investigaciones con el objetivo de no repetir estudios y maximizar los recursos destinados por cada organismo.
“La mesa público-privado, es una instancia de coordinación de acciones, intercambio de información y definición de estrategias nacionales. Nuestro trabajo con la UdeC pretende ser un aporte en la identificación de las causas que permitan definir de manera correcta la estrategia para resolver este problema”, sostiene el gerente de Tecnología y Planificación de CMPC.