Por: Katherine López Arias. Rectora de la Universidad de Aconcagua
Chile está a las puertas de comenzar a vivir un proceso de descentralización inédito en su historia que abrirá nuevas oportunidades para nuestros territorios. Se trata de una experiencia de la mayor importancia para las universidades con vocación regional, las que también han sufrido el rigor del centralismo que impera en nuestro país y que en el ámbito de la educación superior se expresa en la falta de reconocimiento de la diversidad geográfica y de las desigualdades socio-económicas y territoriales, así como también en la discrecionalidad de las decisiones y la excesiva concentración que limita el desarrollo y tensiona crecientemente el sistema en su conjunto.
Entre ellas, la formación de capital humano con conocimientos y destrezas globalmente competitivas y pertinentes a las necesidades regionales; la detección de las fortalezas y debilidades de cada región para aportar a la definición de un pensamiento estratégico territorial; abrir espacios para generar y fortalecer liderazgos para las tareas de desarrollo en los espacios locales y regionales; y realizar aportes concretos en materia de investigación aplicada a las problemáticas y al desarrollo de su entorno.
Sin embargo, el nuevo escenario está configurando un horizonte más promisorio, frente al cual las universidades regionales deben comprometerse y enriquecer, asumiendo un rol protagónico en este proceso a través de un trabajo virtuoso y colaborativo con las autoridades locales, la empresa privada y la sociedad civil, que se traduzca en un conjunto de acciones.
Mediante estas y otras aportaciones nuestras universidades tendrán la oportunidad de hacer una invaluable contribución al progreso y bienestar social de las regiones en que se encuentran insertas, añadiendo significado y valor a su producción académica.
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