Por: Sebastián Robles. Gerente de Innovación de Bci
Durante los últimos años hemos sido testigos de cómo la tecnología ha cambiado radicalmente la vida de miles de personas en el mundo. Las nuevas formas de comunicación y herramientas digitales, han democratizado el acceso a la información, permitiendo que haya clientes mucho más exigentes y empoderados que años atrás.
Frente a este desafío, las empresas hemos tenido que esforzarnos aún más, por facilitarles la vida y cumplir sus sueños, entregándoles soluciones rápidas y efectivas. En el caso del rubro financiero, las demandas de la ciudadanía no sólo apuntan a la innovación en los productos, sino también a la exigencia de una banca mucho más conectada con la sociedad, capaz de aportar a su desarrollo, poniendo como foco para esto el fomento de la inclusión financiera ¿Qué significa esto? que todos puedan acceder a productos de calidad, que faciliten su vida y no los discriminen.
En este escenario, vale la pena analizar el contexto de la banca en Chile. Un primer punto relevante es el descendente protagonismo del uso del efectivo. Cada vez son más los chilenos que no tienen dinero en su billetera y solo utilizan tarjetas de débito, transferencias bancarias y cheques, para realizar compras o pagar sus cuentas. Según la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financiera de Chile, los medios de pago electrónico se han arremetido con fuerza frente al uso de los billetes, los giros en cajeros automáticos cayeron un 20% en la última década, los pagos por internet crecieron un 137% y el uso de la tarjeta de débito aumentó más de un 300%. Pese a esto, las tarjetas de crédito siguen teniendo una tremenda brecha de accesibilidad, ya que solo el 30% de los chilenos posee una.
Y más complejo aún es el tema de los extranjeros residentes en Chile. El último censo arrojó que son más de un millón de extranjeros en el país, muchos de ellos ya cuentan con un RUT, pero no pueden acceder a tarjetas de crédito y lo mismo ocurre con los casi 3 millones de personas de la tercera edad que no pueden realizar compras internacionales ya que no poseen una.
Ahora bien, ese no es el único problema al que se ven enfrentadas estos grupos de personas. También está el tema de los costos por transacción y retiro en cajero automático, que, si se suma a un contexto en muchos casos de bajo ingreso, termina siendo un dolor bastante importante a fin de mes.
Pues bien, ante este escenario, en Bci decidimos elaborar una alternativa que permitiera entregar acceso de calidad para todas las personas que requieran de un banco, tomando en cuenta todo lo explicado anteriormente. Así nació MACH, el primer medio de pago digital de la banca que funciona como pre pago, gratuito, sin ningún costo por transacción y que permite a cualquier persona con RUT nacional, sobre 18 años, hacer compras en todos los grandes comercios internacionales, como Netflix, Spotify, Amazon, entre otros sitios que requieran de una Visa.
Esta aplicación, que lleva más de 500 mil descargas desde App Stores y Play Store, ya ha permitido la compra en el extranjero a personas que no tienen tarjeta de crédito y que, por lo mismo, sin MACH, no habrían podido haber realizado estas transacciones en sus comercios favoritos. 3Lo mismo ha ocurrido con el 3% de los usuarios, que corresponden a extranjeros, quienes han realizado transferencias y han retirado el dinero que transfirieron a MACH en todos los cajeros Bci del país, sin ningún costo asociado.
En este sentido, MACH ha permitido “bancarizar” en menos de un minuto, permitiendo acceder a pagos responsables, ya que es una tarjeta de prepago, ayudando a una inclusión financiera en la que todos pueden tener la tranquilidad de tener su dinero bien resguardado en un banco, sin tener que pagar costos asociados.
Finalmente, este tipo de cambios son los que necesitamos seguir impulsando como industria. Potenciar una banca a la que todos tengamos acceso, de acuerdo a nuestras necesidades y donde todos se sientan incluidos.
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