Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador chileno. Director del Consejo Chileno de Tecnologías de Información y Comunicación. Estudia la Sociedad Digital y la Gestión del Conocimiento. Fue Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile
La Sociedad del Desdén está arraigada incluso en quienes la repudian, la observamos en las principales dimensiones de las relaciones interpersonales: en la sociedad civil, en el ámbito del Estado y del Mercado. El desdén es una forma de ensimismamiento, de desprecio sutil, que constituye una epidemia en las relaciones personales e interpersonales, alcanza incluso a las relaciones con el medio ambiente, con las cosas, con los valores, la ética, los sentimientos, las emociones, etc. Ver contenido relacionado.
Se trata de una realidad filosófica anclada en el materialismo que en lo ideológico se expresa tanto en el neoliberalismo como en el marxismo. Denota ansiedad de estatus, la ruptura del sentido de comunidad, un vértigo social que limita la conciencia de las personas, lo que afecta la autoestima y limita el nivel de consciencia en las personas. Promueve la individualidad, el egocentrismo, el egoísmo, el consumismo y da cuenta de la falta de probidad, la corrupción, la mentira, la ignorancia y la ambición desmedida que vemos en todos los sectores.
En la política es una actitud muy recurrente, observada desde presidentes de poderosas naciones, de partidos y bloques políticos, parlamentarios y autoridades locales; se aprecia también en las conductas empresariales que en su gestión exponen su desdén ético; en el ámbito del comercio en la displicencia por las personas; en el ámbito del trabajador su auto-reduccionismo como objeto transable en las diferentes dimensiones de su vida: sus relaciones y roles en el hogar, su tiempo y presencialidad familiar; en el ámbito de la religión con la emergencia del neo fundamentalismo; en el ámbito laboral con la precariedad del empleo o la auto empleabilidad.
En lo cívico las personas no valen en si mismas, si no por su exhibicionismo, figuración o capacidad de vociferar, aunque en ausencia de contenido auto-exponen su propia intimidad, ostentan del morbo, alardean de su vanidad, la farandulización de lo público y lo privado, todo lo cual se traduce en una cotidiana vacuidad del ser y el estar (véase la TV), que más pronto que tarde tiene repercusiones somáticas que impactan en la salud de las personas.
En el ámbito espiritual y religioso se observa un materialismo rampante por doquier, expresado en consumismo, el culto al dinero, gatillantes del stress y la debilidad sicosomática por una tendencia predominante hacia el hedonismo, que consiste en identificar el bienestar con el inmediatista placer sensorial, que se expresa en el apremio sexual, la orientación hacia el consumismo, la compulsión por la ingesta alimenticia, consumo de drogas y alcohol, la violencia en diversos ámbitos, lo que da lugar al sentido de vacuidad de sentido humano. Este proceso es copulativo, es decir, que se suma con el nihilismo, que niega los valores y toda creencia, cuestiona la vigencia de todo principio moral, religioso o sociocultural, inestabilidad que busca constantemente su equilibrio, transformando los límites en amplio borde que induce relatividad, incertidumbre y permisividad. Este asunto cabe preguntarnos por la vigencia de los límites o landmarks, que definen una ética compartida y respetada en torno a la dignidad de las personas.
El desdén se da en la relación, cuando se resta valor a lo que es diferente, distinto, desconocido, cuestión arraigada en la bipolar política de izquierda y derecha. En este caso la otredad (lo otro) gatilla una reacción instintiva, inconsciente, de inseguridad, rechazo o desconfianza. El propósito del desdén al anular o ignorar al otro u otros, es intentar aumentar el valor propio: el cómo nos vemos, nos ven o queremos que nos vean. Lógica dicotómica de opuestos complementarios que se aplica a todas las dimensiones de las relaciones, emociones, sentimientos y percepciones. Como analogía entre lo biológico y lo social, se comporta como la inflamación (o la temperatura) en cualquier organismo biológico, son símiles a reacciones autoinmunes para la defensa que puede ser de origen externo, como una lesión o infección, o interna auto-generada por el organismo. Este indicador permite suponer la existencia de un cuerpo extraño, infección o contusión, aunque en este caso en la dimensión social.
El síndrome del desdén tiene relación con la revolución en las tecnologías de información y comunicación que impulsa un proceso de individualización, que deriva en la búsqueda de participación segmentada en redes o entornos donde priman las identidades múltiples, un ambiente de post-verdad intermediada especialmente por las redes digitales y la televisión. Las redes constituyen el sistema nervioso central, donde se expresan los distintos perfiles y roles, el sentido de pertenencia a grupos, identidades segmentadas en lo social, económico y lo cultural, potenciando la imagen de sí mismo, en el equilibrio de empatía y compasión, de desdén y visualización, de mismicidad y otredad, tanto endógena (familiar) o exógena (entorno cultural). La desmesurada autoexposición es el principal gatillante de las alteraciones sicosomáticas por presión sobre la subjetividad de las personas.
Para comprender los alcances de la Sociedad del Desdén, es necesario el enfoque inter y multi disciplinario, eco-sistémico-relacional, considerar la perspectiva ideológica, la tradicional tensión entre: Estado-mercado; lo individual y lo social; la competencia y la colaboración; la integración y la segregación en las relaciones sociales; la madures democrática, la sociedad civil y el sentido de comunidad, en suma, el modelo de desarrollo de cada país, es decir, su desarrollo humano.
El pasado y el futuro están fundidos en un presente que fluye, un ethos que determina la ética, estética y emocionalidad en cada época, proceso que impacta profundamente en la sociedad, en las relaciones, alterando las instituciones más tradicionales. Así ocurrió con el paso desde la sociedad agrícola hacia la sociedad industrial: rupturas en los lazos sociales, en la forma de entender la comunidad, el rol de los gremios, la familia, la iglesia, la forma de vivir, de producir, la recreación, el uso de los espacios, el proceso de urbanización o de migración campo ciudad, etc. Ahora, somos testigos y protagonistas del paso desde la sociedad industrial a la sociedad digital, que implica profundas transformaciones, cambiando múltiples dimensiones de la vida en sociedad, a lo que se suma una revolución en las dimensiones temporo-espaciales, de analógico a lo virtual o digital, impactando la vida de millones de seres humanos. Proceso que nos encuentran sin una estrategia de adaptabilidad a la sociedad que emerge.
Usted ahora puede seguir caracterizando la sociedad del desdén en su propia realidad.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.