Por: Cristián Montero R. Socio consultor Pragmaxion, emprendedor en telemedicina y entrenamiento digital, mentor de Endeavor
Hoy, las prácticas nuevas nacen en los “márgenes” de las industrias, lo que, a la larga, hace a un lado a las prácticas actualmente centrales o “normales”. Ejemplo de esto fue el desplazamiento de la floreciente industria de iluminación pública con gasógeno, hecho por gente como Edison, Tesla, Westinghouse, quienes en 1880 eran unos tipos encerrados en talleres y laboratorios, alejados del ojo público. Quince años después, General Electric y Westinghouse dominaban la industria de iluminación eléctrica.
Otro caso es lo que ocurrió con el negocio de film fotográfico de Kodak, el que sucumbió hacia el año 2000, a causa de tecnologías de sensores de luz electrónicos desarrollados en la Bell Laboratories en los años 50. Pero lo increíble de esta historia es que un empleado de la propia KODAK, el ingeniero Steven Sasson, ya había inventado la primera cámara digital modular en 1975. SONY, que producía radios y equipos de música transistorizados se tomó esto en serio y comercializó su primera cámara digital en 1981.
Thomas Kuhn, físico e historiador de la ciencia enunció esto en su clásico libro “Estructura de las Revoluciones Científicas”: quienes postulan nuevas ideas en la ciencia surgen de los “márgenes” de sus disciplinas. Einstein es el perfecto ejemplo. Su trabajo como revisor de patentes no ayudó a ganarle credibilidad inicial entre los físicos de las grandes universidades. Su Teoría de la Relatividad Especial – publicada en 1905 – fue recibida con escepticismo por parte de la academia y todos sabemos qué pasó después con Einstein.
Por esto es tan difícil que la innovación que remece a las industrias surja de las empresas hoy exitosas. Casos mucho más recientes como UBER y AIRBNB ilustran este mismo fenómeno: la digitalización de las industrias en curso desde aproximadamente 2007 está radicalizando y generalizando la sustitución de prácticas centrales por otras prácticas hoy marginales.
La transformación digital nos abre a adoptar prácticas marginales a nuestros negocios. ¿De qué manera prácticas más o menos marginales para nuestras empresas como la movilidad, el Cloud, la analítica de datos, la internet de las cosas, la Inteligencia Artificial, entre otras, transforman lo que hacíamos normalmente?
Automóviles “digitalizados” podrían auto-evaluar mejor que cualquier empresa de seguros los riesgos instantáneos del entorno y del conductor, permitiendo al fabricante del automóvil ofrecer seguros de cobertura y primas variables a la medida. Automóviles 100% autónomos y seguros podrían tornar irrelevante la necesidad de asegurar los automóviles en el largo plazo.
Mientras nosotros seguimos actuando basados en nuestra prácticas normales, otros, en alguna parte fuera de nuestro radar, ya están diseñando cómo encantar a nuestros clientes con procesos y experiencias que nuestros propios cuadros ejecutivos no consiguen siquiera atisbar. Si antes la exploración de prácticas marginales a mi propio negocio era un ejercicio recomendable, la nueva realidad digital me hace pensar que estamos entrando de lleno en lo que podría llamarse en propiedad: “Era de las Prácticas Marginales”.
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