Por: Luis Moncayo M. Director del Instituto de Políticas Públicas de la UCN, sede Coquimbo. Presidente del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA) y del Capítulo Regional de la Fundación Chile Descentralizado
“Mas de 300.000 vehículos salieron de Santiago sin gran congestión…..”, “Se espera que durante el fin de semana emigren 536 mil móviles….”. Estas son algunas de las noticias a las que nos hemos acostumbrado durante los meses de Enero y Febrero de cada año.
Parece relevante preguntarse ¿Qué hace que tantos santiaguinos decidan dejar su lugar de residencia durante el período estival? ¿Porqué no ocurre lo mismo desde las regiones de nuestro país?
Un análisis más profundo de esta tendencia, que ocurre todos los años, nos lleva a indagar respecto a los motivos que están a la base de la decisión de más de 700.000 familias de abandonar la capital de Chile, su lugar de residencia, para emigrar por algunos días a las regiones.
Los atractivos naturales, factores climáticos, la ausencia de aglomeraciones, la aspiración de conocer modos de vidas diferentes, la búsqueda de un cambio de locación como una forma de descanso, los atractivos diferentes que las regiones denotan, y la asociación del concepto de descanso y relajo con las localidades lejanas a la capital, son algunas de las motivaciones que diversos sondeos han identificado como causales de esta emigración de temporada.
¿Es que Santiago no ofrece dichos atributos? ¿O es que las regiones ofrecen un modo de vida a escala humana?
Desde mi residencia en una región desde hace más de 40 años y después de haber vivido en un Santiago sin las virtudes y desventajas que actualmente posee, intento una respuesta.
Las regiones de nuestro país ofrecen con más evidencia una relación más directa de las personas con la naturaleza; ellas se caracterizan por niveles aún tolerables en materia de congestión vehicular y de personas; sus niveles más bajos de urbanización permiten aún que los elementos identitarios que las caracterizan preserven sus atributos diferenciadores; hacen posible conocer vivencialmente la producción de la riqueza que caracteriza a nuestro país y sus bellezas naturales ( minería, pesca, bosques, agricultura, industria pisquera y vitivinícola, etc.); permiten el desplazamiento de las personas en tiempos razonables y en definitiva permiten acceder a una calidad de vida no tan dependiente directamente de lo que un Presidente de Chile calificó como” la crueldad del mercado”.
No obstante lo anterior, existen dos amenazas que explican que a pesar de que las regiones ofrecen una opción de vida cualitativamente superior a la de la región metropolitana, Santiago sigue concentrando el 41% de la población del país. La primera se refiere a la concentración de oportunidades laborales de la capital derivada del modelo de República centralista que desde la Independencia se instaló en nuestro país. La segunda, dice relación con un crecimiento inorgánico de las regiones a consecuencia de una gestión pública y privada que ha digitado el crecimiento y desarrollo de ellas desde la capital y con una perspectiva casi colonialista respecto a las regiones, que amenaza con replicar los mismos problemas de la capital en las regiones.
Lo anterior parece coincidir con los diferentes rankings de ciudades que anualmente se conocen en el país; es decir, ciudades de diversas regiones del país (Viña del Mar, La Serena, Valdivia) aparecen recurrentemente en los primeros lugares, sin perjuicio que Santiago lidera también diversos rankings, especialmente los de ciudad para trabajar o el de ciudad para estudiar.
La superación de estas amenazas pasa por profundizar la descentralización como un enfoque público y privado orientado a lograr una mayor equidad territorial de las políticas públicas. En este marco, las próximas elecciones de los Gobernadores Regionales (2020), la transferencia de competencias a los Gobiernos Regionales, la anhelada Ley de Rentas Regionales que el actual gobierno comprometió con la ciudadanía, el establecimiento de Areas Metropolitanas en aquellas conurbaciones que reúnan más de 250.000 habitantes y cumplan con los requisitos establecidos por la ley, y el trabajo conjunto de los diversos actores de las regiones poniendo sus capacidades a disposición de un desarrollo regional inclusivo, son elementos coadyuvantes para enfrentar las amenazas ya señaladas.
Por ello, no parece un sueño que algún porcentaje de quienes disfrutaron de su descanso vacacional en alguna región del país que no haya sido la metropolitana, vuelva a la “selva santiaguina” quizás pensando que vivir fuera de Santiago puede ser un proyecto personal y familiar que agrega valor a sus proyectos de vida. Otra opción, es la de seguir en el centro del país soportando de Marzo a Diciembre los costos de la mega ciudad pero beneficiándose de los beneficios de estar en la metrópoli, al igual que en la época de la Colonia.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.