Por: René Ormeño. Manager PageGroup
Los últimos atentados vividos en Nueva Zelanda y Holanda nos deberían generar un análisis del comportamiento que tenemos como sociedad. El crecimiento de votantes para las alas más extremas en las últimas elecciones, sumado a problemas de inmigración, racismo, discriminación sexual y el ya profundo clasismo, nos debe hacer avanzar aún más rápido en temas de diversidad e inclusión, sobrepasando lo que la ley nos exige.
Hace varios años en el país tenemos inmigrantes de países vecinos, y aún no pasamos la prueba básica de inclusión real, discriminando por culturas, razas y comportamientos que no hacen daño a nadie, reflejando las inseguridades y poca educación en culturas y comportamiento de nuestros compañeros de sudamérica.
Los pasos siguientes de la inmigración suelen no ser sólo del mismo continente y de cultura relativamente similar, sino también involucran nuevas religiones, idiomas y comportamientos cotidianos muy distintos a los que Chile está acostumbrado.
En una sociedad como la nuestra, son las empresas quienes deben hacerse responsables de su cuota (1/3 de nuestra vida diaria) de lo que significa este avance social, pensando hoy en lo que será la realidad de Chile en unos años más.
De esta manera, entregando acceso a una diversidad real que permita generar debates internos y generar culturas abiertas que modifiquen los paradigmas de nuestra cerrada y conservadora sociedad. La ignorancia y prejuicios derivados del desconocimiento pueden transformarse en nuestro peor enemigo en un futuro próximo.
Conocer y trabajar con representantes de diversas religiones, culturas, razas, sexos y/o tendencias sexuales, discapacidades, pensamientos políticos, naciones, regiones, etnias, comunas, universidades, escuelas, colegios, liceos, etc. nos permitirán avanzar a una sociedad que se rija mediante consensos ricos intelectualmente, amplios de pensamiento crítico y abiertos a un debate desde diversos puntos de vista. Además nos podrían alejar de tendencias extremistas que reflejan el gran fracaso comunicacional y triunfo de la arrogante ignorancia de quienes se escudan en la violencia extrema.
La seguridad ha fallado en dos de los países más tranquilos del mundo, uno en el cual viví y disfruté de la riqueza que era ver el noticiario central, que en gran parte, tenía noticias inocentes de exitosos Kiwis que rompían récords Guinness. Es tarea de todos comenzar por casa abriendo las puertas más allá de lo que la ley obliga. Comenzar a actuar en una diversidad e inclusión, pero real.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.