Por: Alejandra Mustakis. Presidenta de la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH)
En mi recorrido como emprendedora he sido testigo de múltiples momentos y situaciones que quedan marcados. Generalmente estas situaciones guardan relación directa con formas nuevas de ver la realidad, y de utilizar los recursos que tenemos a disposición. La creatividad aflora en momentos claves de nuestras vidas.
El espíritu emprendedor generalmente se muestra en los tiempos difíciles, de apuros, o en épocas donde nos vemos forzados a crear y desarrollar un pensamiento abierto a los cambios, salir de nuestra zona de confort, y apreciar la realidad desde otra perspectiva. También los tiempos de pausas creativas son importantes. Son instancias necesarias para volver a enfocarse en lo que es importante, en los objetivos primarios y secundarios.
¿La pasividad y creatividad van de la mano? Puede ser. El ejercicio de la pasividad sin duda puede traer tranquilidad al alma y también puede ser una herramienta que dé un descanso a la mente creativa para volver a encantarse con los estímulos, sus necesidades, volver a estimular la curiosidad, y con esto, recuperar las inquietudes que generen propuestas. Por consiguiente, el camino de la actividad y movimiento, así como las pausas de descanso son estados propios de los procesos creativos. ¿La acción conlleva directamente a la creación? No siempre, pero ciertamente logra mantener los estímulos a nuestro alrededor, con ideas, conceptos y preguntas a flor de piel, y eso es positivo.
Por otro lado, está probado que los países que tienen más bohemia son más creativos, y la creatividad invoca a la innovación. Innovar es pensar las cosas de manera distinta o mejor a la habitual. En este punto me gusta hablar de ingenio, un símil de la palabra innovación pero que es mucho más cercana conceptualmente. Ingenio en la capacidad de resolver situaciones de una manera novedosa y creativa. Frente a esto es innegable el gran aporte que representan la meditación, la pausa, el ocio, la bohemia, y pasarlo bien.
¿En qué momento se apaga la llama? Cuando la zona de confort se torna más grande que nuestras inquietudes. Nuevamente caímos en una dicotomía ¿El emprendedor nace o se hace? Puede que un poco de las 2. Hay personas que comienzan a emprender por necesidad y logran objetivos, cumplen metas y se realizan de manera increíble. Hay otras personas que tienen una gran capacidad, pero la rutina termina por desplazar sus inquietudes a un segundo plano. Entonces, ya no hablamos de ser o formarse, hablamos de tener una actitud. Y esa actitud es la que marcará la diferencia en el futuro.
Cuando hablamos de ampliar perspectivas, pensamiento lateral, ópticas abiertas, no es solamente estar dispuestos a escuchar nuevas propuestas, es pensar y recorrer un camino diferente al que usualmente caminamos. Para obtener resultados diferentes hay que realizar pasos diferentes. El proceso de innovación es justamente eso. Tomar una dirección diferente para llegar a destino, o a uno mejor. Y en ese trayecto habrá diferentes factores y variables que darán pie a nuevas ideas, nuevos conceptos, nuevas metodologías, y nuevos resultados.
La innovación es un poco de aventura, preguntas, necesidades y conocimientos. Pensar diferentes formas para llegar a un objetivo debería ser un ejercicio que se debería realizar a diario, Seamos innovadores en nuestro día a día, en nuestra forma de actuar y pensar, que la innovación sea más que una propuesta, transformémosla en actitud.
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