Por: Hernán de Solminihac. Director CLAPES-UC. Ingeniero Civil UC. Ph.D. U. de Texas
Llegó la hora de aunar esfuerzos. El reciente anuncio del Banco Central sobre el relajamiento monetario al bajar la tasa de interés se suma a la agenda del gobierno en Obras Públicas para otorgar dinamismo a la economía. La inyección de US$1.382 millones confirma la urgencia y voluntad del Ejecutivo para revertir la desaceleración económica y de la productividad durante el primer trimestre de 2019.
La inversión busca adelantar proyectos importantes de obras públicas, acción que en gran parte está destinada a obras de infraestructura, con el consiguiente dinamismo económico. Sin embargo, además, hay que rentabilizar de la mejor forma esos recursos (bien siempre escaso) y deben ser necesarios para la sociedad.
El primer punto dice relación con la productividad y la competencia, variables muy relacionadas. Un país que optimiza el uso de sus recursos, aumenta su competencia, lo que a su vez permite aumentar el crecimiento económico, que finalmente se traduce en una mejor calidad de vida para las personas.
En un mundo ideal, sin limitaciones de recursos, se ejecutarían todos los proyectos. No obstante, esa no es la realidad y se deben realizar priorizaciones. Lo importante es que esas obras que se prioricen sean cruciales para otorgar bases más sólidas para el crecimiento futuro y mejoren la calidad de vida de los chilenos.
Ciertamente, hay proyectos que requieren mayor sentido de urgencia y compromiso por parte del Estado, como el aseguramiento de Agua Potable Rural (APR), pavimentación rural, edificación pública prioritaria como hospitales y centros educacionales, entre otras.
El segundo punto enfatiza la necesidad de recordar que las obras públicas son en beneficio de todos, que deben tener un sentido social y deben ser obras que sirvan al país. Un ejemplo práctico son las mejoras en infraestructura vial -obras que conectan a Chile en su largo y ancho-, que además de apoyar el desarrollo económico tanto por la inversión realizada como por el servicio que prestan una vez construidas, podrían permitir disminuir el número y gravedad de accidentes, reducir los tiempos de viaje y permitir destinar más tiempo para la familia y/o recreación.
Para continuar creciendo, Chile requiere aumentar su productividad y competitividad, y las obras de infraestructura responden a este desafío. Es importante que estas obras se diseñen pensando en su vida útil, para lo cual es indispensable contar con capital humano bien preparado, capaz de adaptarse a los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial. Nadie dijo que esta tarea sería fácil, pero hoy más que nunca es importante sumar y no restarse.
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