Por: Duilio de Lapeyra. Director de Asociación de Emprendedores
Cuando decidimos emprender buscamos el ingrediente mágico… No cabe duda que lo hacemos llenos de sueños y esperanzas. Algunos por vocación, otros para dar solución a un problema. Y otros, para mejorar nuestras vidas.
Y en esa búsqueda del ingrediente secreto, comenzamos a leer acerca de quiénes han logrado el éxito, nos fascinamos con sus logros, sus personalidades e historias de vida. También revisamos por qué otros fracasaron. Y así buscamos -al igual que en un juego de bloques, como los que teníamos de niños, en que las piezas encajaban en una caja hexagonal- el lugar en que nuestro sueño lo haría de manera perfecta y sin errores. Sin embargo, insistimos en buscar el ingrediente que llevó esa idea al éxito.
Esta búsqueda idílica se topa con la realidad. Y quienes hemos corrido rápidamente entendemos que el emprendimiento es cómo una maratón. Cuando empezamos a correr lo hacemos con un objetivo muchas veces ambicioso, lo que nos lleva a veces a fuertes caídas por falta de preparación. En el proceso nos planteamos una meta, buscamos dar rápidamente ese gran salto y pasar a una distancia mayor. Nos comparamos con otros corredores y revisamos los tiempos obtenidos por nuestros conocidos. De alguna forma intentamos ver en qué posición nos encontramos.
Entonces desarrollamos un plan, luego comenzamos a trabajar e invertimos muchas horas en éste. Entrenamos a diario y sin descanso. Al comienzo parece fácil, porque hay motivación y porque aún no nos enfrentamos con las dificultades.. Pero al poco tiempo comenzamos a sentir que no hay avances, pese al esfuerzo que realizamos. Nos pega la rutina, el cansancio se acumula y comenzamos a enfrentar los primeros obstáculos. Nos falta tiempo y también recursos para continuar.
Algunos días sentimos que avanzamos, pero otros que incluso retrocedemos. Y nos vemos estancados. La motivación decae… y corremos el riesgo de dejar de luchar y con ello, abandonar porque sentimos que ya no nos quedan fuerzas para continuar. Pero si logramos salir de ahí (en el deporte hay varias recetas aplicables al mundo emprendedor) habremos aprendido de todo este proceso valió la pena y volvemos a comenzar un nuevo ciclo ahora, más fortalecidos.
Hablamos de resiliencia y compensación. Luego de someter nuestro cuerpo a grandes cargas de entrenamiento, tenemos una caída en nuestro rendimiento debido al estrés al que llevamos nuestro organismo, posteriormente compensamos y volvemos ahora fortalecidos y en un punto más alto para recibir la próxima carga.
Para emprender finalmente –al igual que en la maratón- no encontramos recetas mágicas y tampoco un ingrediente secreto. Pero si una red colaborativa con un objetivo en común. Cuando hacemos redes y colaboramos entre nosotros, llevando el aprendizaje y la experiencia entre nosotros sin necesidad de sometemos a un estrés innecesario que nos lleve al borde del abismo arriesgándonos a caer. Acortamos procesos de aprendizaje, generamos oportunidades y mejoramos aprendiendo de la experiencia indirecta, nuestro proceso de compensación.
Este 08 de Noviembre a la 18:30hrs en Estación Mapocho se realizará la VIII cumbre Asech. Ahí tendrás una oportunidad única donde te conectarás con otros emprendedores que se encuentran en diferentes etapas. Una oportunidad para hacer redes y acortar la brecha que nos separan entre el querer y emprender. También podrás compartir con otros tu aprendizaje, aportando al ecosistema, y pasar a un nuevo nivel gracias a la colaboración de la comunidad de emprendedores más grande de Chile.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.