Por: Rene Barba. Director Ejecutivo de Fundación Chile Capital
Pero desfavorables, ¿en qué sentido?
En términos inmediatos, el uso de estos artefactos tecnológicos puede producir adicción, sentimientos de soledad, angustia, aislamiento, depresión y ansiedad, e incluso provocar la sensación de que es imposible encontrar recursos alternativos para pasar el tiempo y entretenerse.
Los jóvenes son los más vulnerables a estas consecuencias, no sólo debido a la exposición constante y desde temprana edad a la tecnología, sino que también a que no tienen aún un criterio formado que les permita discernir las consecuencias de sus actividades diarias.
Es necesario restringir el uso de estos aparatos en todos los aspectos que rodean la vida de los niños y adolescentes. Debemos establecer límites claros donde estos artefactos no puedan entrar, como en los momentos familiares o durante la noche, pues está comprobado que retrasan y alteran los hábitos del sueño.
Otra forma es prohibiendo su uso en el colegio, pues es ahí donde las personas asistimos con el objetivo de nutrirnos experiencialmente, lo que no puede ser logrado si los jóvenes están pegados a la pantalla.
Existen estudios que sugieren que esta práctica puede incluso modificar el cerebro y ocasionar un efecto parecido al de ciertas drogas. Otra de las consecuencias psicológicos de este trastorno de adicción a internet, es que genera anormalidades en la integridad de la materia gris en las regiones cerebrales, lo que afecta directamente la creatividad, atención, control cognitivo y la capacidad de tomar decisiones y procesar las emociones.
Asimismo, existen consecuencias físicas, entre los que se cuentan los ojos secos, el síndrome del túnel carpiano y complicaciones en la espalda o manos.
Por todo esto, es el momento de actuar. La tarea de los adultos hacia nuestra juventud es guiarlos y para lograrlo, es imperioso establecer restricciones sabias y de sentido común.
Es también urgente capacitar a los docentes para mantener a los estudiantes motivados y entretenidos, pues no sería tan desmedido pensar que, así como la robótica está reemplazando operarios, los profesores empiecen a ser reemplazados por aparatos inteligentes.
Tenemos que saber identificar los aspectos de la vida que restan a la formación del ser humano y este, el uso del famoso celular, es definitivamente uno de ellos.
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