Por: Jorge Gómez. Experto en Industria Financiera de Unisys
Que bueno sería que cualquier persona que requiera pagar un servicio público, el alquiler, hacer las compras, abrir una cuenta de ahorros, pedir un préstamo, transferir dinero a un familiar o pagar el transporte público entre otras actividades normales en su vida las pudiera hacer todas desde su celular a uno o dos clics.
No tener la necesidad de proveer datos de forma repetitiva, acceder a múltiples apps o páginas web, autenticándose bajo diferentes esquemas de protección y tener que ir de acá para allá a completar procesos comunes, solo porque cada entidad es diferente y actúa como un silo. Más bien, deberían estar perfectamente integradas entre ellas, unificando procesos, simplificando trámites, y al final optimizando procesos para el cliente y las entidades que lo provean.
Hoy y aunque algunos banqueros tengan prevenciones y luchen por conservar algunos controles y procesos del pasado, la banca ya es otra, cercana, inclusiva y flexible.
La tecnología le queda bien y las empresas o instituciones bancarias han sabido usarla, pero no solo eso, hoy ya se arreglan para verse más eficientes, ágiles y seguros frente al cliente (y algunos ya lo son) y se dan cuenta que, gracias a la transformación digital, se acercan hacia una era de apertura e integración abierta con otros.
De esta manera estarían permitiendo que cualquiera se conecte a la entidad y bajo unos estándares de integración y seguridad, se comparta o exponga información hacia otras entidades que la requieren para realizar trámites monetarios o completar transacciones comerciales permitiendo que se establezca un ecosistema de entidades que trabajan entre sí para ofrecer sus servicios de manera complementaria y fluida para atender mejor a su cliente (simplificando requerimientos, respetando su tiempo y proveyéndole experiencias cada vez más eficientes).
En toda Latinoamérica vemos avances significativos que nos acercan hacia esa banca integrada, por ejemplo, existen bancos que ya han implementado iniciativas para avanzar hacia el Open Banking y promover las fintechs, otros han flexibilizado la migración hacia la Nube.
Además la gran mayoría de los reguladores en la región han fomentado el uso de canales digitales, la integración plena con terceros, transacciones (pagos y transferencias) en tiempo real, aperturas de cuentas y créditos 100% digitales e identificación biométrica, y poco a poco empiezan a surgir entidades que van más allá y aprovechan las bondades de un ecosistema más amplio donde no necesariamente los bancos en su modelo tradicional de negocios lideran la relación, sino que la jerarquía se transforma en un juego de iguales (Cliente – Banco -Fintechs y Comercios) equilibrando la balanza y permitiendo con ello que todos se beneficien de manera conjunta.
La banca a nivel mundial se está redefiniendo, dejando atrás paradigmas que convirtieron a sus integrantes por años en entidades cerradas y oscuras que veían al cliente desde la ventanilla de una sucursal o la frialdad de un cajero automático, desconfiando de cualquiera que buscará acceder a “su” información o mover “su” dinero hacia otra entidad.
Actualmente la banca está comprometida con su transformación como parte de un ecosistema mayor donde dejan de ser el eje y pasan a ser un elemento de valor donde otros actores también aportan y construyen nuevos servicios y experiencias permitiéndonos una mejor calidad de vida.
Por ello estoy seguro de que en los próximos años la industria financiera continuará avanzando hacia esa banca integrada y el ciudadano de a pie reconocerá el esfuerzo al sentir en su día a día la mejora con nuevos servicios, procesos y productos generados entre entidades que hoy ni logramos imaginar.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.