Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Doctor en Sociología. Ex Vicepresidente del Senado; Ex Diputado y Ex Alcalde
El estallido social y las masivas movilizaciones en Chile han expresado su contundente repudio al modelo socio-político, a la gestión de varios gobiernos, el actual y anteriores y a todas las fuerzas políticas representadas en el Parlamento. Este clamor demanda un cambio fundamental.
Las reacciones tardías pueden servir para socavar aún más nuestro sistema democrático. Que la ciudadanía esté descontenta con su clase dirigente es una cosa, otra completamente distinta es que se asuma que los mismos que han creado el problema sean los llamados a resolverlo. La respuesta no está en una desafección del programa con que se fue elegido, ni en abdicar del poder de facto, para compartirlo con otros sectores parlamentarios igualmente deslegitimados.
La deriva hacia una Asamblea Constituyente, una nueva Constitución y Plebiscitos sobre temas variados nos acercan rápidamente a “democracias” con experiencias nefastas en américa latina. Es cosa de escuchar a los inmigrantes de esos países residentes en Chile, en particular observar el ejemplo de Venezuela. Una democracia representativa, como la que tenemos, con todos sus defectos, es la única que seriamente podemos denominar democracia. Estamos obligados a luchar por preservarla. Para materializar las reformas que se discuten, claramente, ni el Presidente actual ni el Congreso, están debidamente mandatados.
Señor Presidente y Miembros del Congreso Nacional, con este grado de crisis social e institucional, con la escasa legitimidad y representatividad de las autoridades políticas, es necesario escuchar la queja general de la sociedad hacia la élite política y proceder a renovarla completamente.
En esta difícil hora que vive Chile, me dirijo respetuosamente a S.E. el Presidente de la República y los Honorables miembros del Congreso Nacional, para señalar que, en defensa de los valores de la democracia representativa, es imperiosa la necesidad de convocar a elecciones de Presidente y Parlamentarios.
Una solución de este tipo canalizará la fuerza del descontento hacia dónde debe ser, hacia unas elecciones que permitan renovar nuestro grupo dirigente, para que este así mandatado (democráticamente) ejecute un programa de gobierno coherente, lo haga quien resulte triunfador, y lo ejecute en el marco de la democracia representativa, de respeto de mayorías y minorías.
En las urnas se expresará la soberanía popular y veremos hacia dónde específicamente quiere dirigirse el país. Ya conocemos lo que población demanda, dejemos que elija representantes que hagan ver de manera concreta sus verdaderas aspiraciones. En las elecciones quedará de manifiesto el deseo del país de defender nuestra democracia, la paz, el orden y la estabilidad económica de todos. Eso dará legitimidad, representatividad y paz social. Miren el ejemplo de los ingleses que convocaron a elecciones para renovar sus representantes y, de esa forma, salir de la grave crisis del Brexit.
Los problemas de la democracia se solucionan con más democracia. Está en las manos de ustedes canalizar la fuerza del descontento para fortalecer la democracia y asegurar un futuro de encuentro, paz, respeto y fraternidad.
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