Por: Óscar Mercado M. Director del Programa de Sustentabilidad de la UTEM
No cabe duda, a la luz de los acontecimientos que estamos viviendo, que el sistema económico-político que se implantó en el país hace décadas, debería llegar a su fin, producto de la evidente disconformidad de la ciudadanía, independiente de su color político, debido a sus resultados en diversos ámbitos.
Luego de años pendientes y regidos por el IMACEC, el cual denota el crecimiento económico, y el IPC, que mide la inflación, pareciera ser que estamos observando su fin. Hemos comprobado cómo estos indicadores sirvieron de faro a los objetivos económicos del modelo de mercado que ha regido en Chile, los cuales, sin embargo, no han sido suficientes para generar bienestar común.
Ahora es cuando tenemos la oportunidad de crear las instancias para medir otros aspectos, los realmente importantes y que miden el éxito del país. Midamos en primer lugar la pobreza, mensualmente. Que cada fin de mes el gobierno de turno dé cuenta de su resultado, tal como lo hace hoy con el IMACEC o el IPC. Hoy se mide la pobreza cada dos años con la encuesta CASEN, pero muy distinto sería una medición mensual con la misma difusión que hoy se les da a los indicadores antes mencionados.
Y si queremos avanzar más, midamos la pobreza multidimensional, que también hoy se mide cada dos años. Medir mensualmente la pobreza multidimensional dará luces claras de los avances de muchos ministerios, que hoy no son cuestionados al medir solo IMACEC e IPC. Imaginemos que expliquen la asistencia y el rezago escolar; la malnutrición y la atención de salud; la seguridad social y las jubilaciones; el hacinamiento y el estado de la vivienda y los demás indicadores de pobreza multidimensional. Sería otro Chile.
También deberíamos medir, mes a mes, el tercer componente de la sustentabilidad: el estado del medio ambiente, que hoy por hoy, nadie mide. Aquí el desafío es mayor, pues se deberían generar indicadores para cuantificar pérdida de biodiversidad; emisiones contaminantes de todo tipo, incluyendo, por supuesto, el CO2; contaminación de aguas marinas y continentales, cambio climático, y así podríamos seguir enumerando.
Los desafíos al respecto son, bajo esta mirada, consensuar socialmente qué medir mensualmente y la metodología para ello, pero pobreza, salud, educación y medioambiente son aspectos claves y por ellos debiéramos comenzar. Cómo medirlos es el desafío y para ello debemos recoger todos los ofrecimientos, que desde distintos estamentos de la educación superior han surgido, para poner a disposición de la sociedad sus capacidades.
Si las universidades tienen el rol de ser generadoras de conocimiento, éste es el momento para trabajar colaborativamente en la construcción de indicadores, que conduzcan al país por la senda que la ciudadanía espera y que sigue demandando, más allá de las calles.
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