Por: Celeste Arias Toro. Directora de Gestión Pedagógica ROMA
Debido al estallido social que protagoniza el país, la Agencia de la Calidad de la Educación tomó la determinación de suspender la Evaluación SIMCE. El organismo encargado señaló que “dada la necesidad de mantener la comparabilidad y validez de la evaluación será suspendida en todo el territorio nacional hasta nuevo aviso”.
Esta evaluación se aplica para categorizar a los establecimientos por medio de la medición de las habilidades y contenidos mínimos obligatorios que adquieren los alumnos, además de entregar un panorama sobre la calidad educativa en aspectos no academicistas como lo son la convivencia escolar, la participación, formación ciudadana, los hábitos de vida saludable y la motivación escolar; indicadores que permiten a los apoderados saber si la educación que reciben sus estudiantes es integral.
Ante lo anterior, nos gustaría señalar que el SIMCE no es la única forma de medición que tienen los establecimientos, sino que existen otros instrumentos que permiten realizar evaluaciones progresivas y que son un mecanismo eficaz para saber si efectivamente los estudiantes presentan avances en los aprendizajes, pues además de entregar un panorama inicial, intermedio y final, no lo hace solo en niveles aislados, como si es el caso de la evaluación SIMCE.
Cabe señalar, que los establecimientos no solo desean saber cuál es la categorización que logran con esta medición llamada SIMCE, además persiguen conocer como son las percepciones de la comunidad sobre la formación que reciben los estudiantes; nosotros por ejemplo, como empresa que presta soluciones educativas, tratamos no solo de enfocarnos en aspectos academicistas, sino que también nos enfocamos en crear instrumentos que permiten evaluar los Indicadores de Desarrollo Personal y Social en los establecimientos, no solo una vez al año y de forma aislada, como lo realizan los cuestionarios SIMCE, sino que en distintos momentos. Lo anterior permite que las comunidades de aprendizaje generen diálogos constantes sobre el desarrollo actitudinal, valórico y autoperceptivo de los niños y jóvenes. Contar con informes que señalan cómo la escuela está formando a los futuros ciudadanos, les permite a los equipos tener panoramas reales, y por ende establecer reflexiones constantes sobre la tarea de educar.
Si bien medir los aprendizajes bases de los estudiantes es importante, la crisis social que hoy en día vivimos, nos hace colocar una alerta sobre la importancia de saber el rol que tienen las escuelas en la vida democrática. Los estudiantes necesitan procesos de adaptación y de reflexión en torno a las temáticas contingentes y aplicar una evaluación estandarizada en este minuto sería perjudicial para los establecimientos y también para el panorama de resultados educativos nacionales.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.