Con su habitual franqueza, resuelta y clara, este ex senador de la Derecha aborda en conversación exclusiva con Poder y Liderazgo el conflicto que vive hoy el país, destacando los errores y aciertos de la clase política, esa misma que le dio la espalda cuando vaticinó lo que ocurriría. Asimismo, se refiere al Acuerdo por la Paz… “el acuerdo histórico del cual se jactan hoy y en el que todos se empujan para salir en la foto, es un mérito ilegítimo”
Carlos Cantero, Geógrafo y Doctor en Sociología, no solo posee una dilatada trayectoria académica, sino que ostenta un largo paso por la política, que comenzó como alcalde de diferentes comunas de la segunda región de Chile, y que lo llevó posteriormente a ocupar sitiales en la Cámara de Diputados y en el Senado, siendo en este último Vice Presidente.
“Desde hace una década he denunciado los abusos y la corrupción que se imponía en la política. Denuncié la intervención del dinero en la política, el perverso rol de la mal llamada “derecha económica”, que -como se comprobó judicialmente- compró influencias y llevó la corrupción a todo el espectro de la política, desde la izquierda a la derecha. Señalé el descrédito y creciente desprestigio de la política y del Parlamento. El debilitamiento de la democracia a manos del pragmatismo económico y la corruptela generalizada. La crisis de la institucionalidad transversal en nuestra sociedad, no solo de los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Si no que también en la sociedad civil y sus instituciones republicanas tradicionales. Desde hace unos 7 años vengo denunciado, algo aún más grave y peligroso para Chile, como es la instalación del Narcotráfico en el país y su creciente influencia en las instituciones fundamentales de la República, especialmente en la política”.
¿Cuáles han sido los costos políticos que ha debido asumir por realizar estas denuncias?
“Adelantarme tantos años -anunciando esta crisis de legitimidad- me llevó a recibir la descalificación de los obsecuentes, ingenuos unos, corruptos otros. Todo esto me generó graves conflictos con los cómplices de los abusos, lo que me llevó a renunciar a mi militancia política. Luego se me bloqueó para acceder a los cupos parlamentarios. Finalmente mi sector, mis propios amigos, prefirieron eliminar al mensajero que les anunciaba las malas noticias. Incluido el propio Presidente Piñera cerró cualquier opción para aportar mi experiencia y conocimientos en el gobierno”.
“Pero los plazos llegaron, el desprestigio de la clase política fue extremo, la crisis le reventó en la cara a los mismos que me descalificaron e intentaron anular mis advertencias. La verdad tarda, al igual que la justicia, pero en algún momento llega. Ahora no saben atar ni desatar, quejándose que nadie les advirtió”.
“Me parece que será necesario asumir un mea culpa, tener claridad de la sordera y ceguera, de la soberbia y mediocridad: “No hay peor sordo que el que no quiere escuchar, ni peor ciego que el que no quiere ver”. No pueden seguir las hipocresías, muchos advertimos sobre la crisis que amenazaba al país por los abusos e impunidad. Tampoco pueden vestirse con ropajes ajenos. El acuerdo histórico del cual se jactan hoy y en el que todos se empujar para salir en la foto, es un mérito ilegítimo. No se hizo por la lucidez política sino que se vieron obligados. Lo logró la gente, que superó y puso de rodillas a la política y a los políticos que bloquearon los cambios por décadas. Tengo una mala opinión sobre la legitimidad y el nivel de preparación de la clase política”.
Pero más allá de la legitimidad política que usted plantea de quienes lo suscribieron, ¿considera que el Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución es un avance?
“Es un paso importante que ayuda a acercar las posiciones entre lo que la ciudadanía quiere y lo que la política está llamada a hacer, rompe una larga tendencia de ignorar las demandas ciudadanas y cierra el ciclo de la democracia protegida. Parece muy auspicioso que todos los sectores converjan para avanzar en la generación de una nueva constitución Política. Se busca cambiar las bases institucionales que regulan la convivencia nacional, redefinir sus principios orientadores, por ejemplo, cuanto espacio debe tener la libertad y a partir de que límite se transforma en libertinaje, lo mismo en relación con la competencia, la colaboración, el individualismo, etc”.
“Este acuerdo no es la panacea, por lo demás, no surge de la lucidez ni de la iniciativa política. Es una acción absolutamente forzada para un amplio sector de la derecha, que permanentemente se negó y ahora cede por miedo a las multitudinarias movilizaciones ciudadanas y la enérgica presión ejercida. La ciudadanía ha impuesto su exigencia por una sociedad más solidaria, menos individualista, más colaborativa y menos egoísta, con más humanismo y plena vigencia de esos principios y valores. En una palabra, una sociedad que maximice la dignidad de la persona humana, que equilibra los bienes públicos y los bienes privados, que rompe con esa visión minimalista de la dignidad de las personas, en la que el “modelo de economía social de mercado” por una radicalizada visión neoliberal mutó hacia una “sociedad de mercado”, en la que se eliminó toda atención por lo social”.
¿Es la salida a la crisis socio – política que vive el país?
“Me parece que el Acuerdo es una salida temporal. Es un paso positivo y un cambio en el ánimo y la emocionalidad ciudadana. Trae una tregua, que calma temporalmente la presión ciudadana. Pero, todo dependerá de cuan seria sea la respuesta del mundo político. Si alguien piensa que se podrá dilatar o apostar al agotamiento del movimiento social, está cometiendo un grave error de cálculo”.
“Lo que expresó la ciudadanía fue un serio y profundo rechazo a un modelo de desarrollo y de una institucionalidad que normalizó el abuso y la impunidad de la élite. Es decir, de esa minoría plena de privilegios (entre los que se encuentran los Parlamentarios) sobre las grandes mayorías ciudadanas a la que se le impone la demanda de mayores sacrificios. La ciudadanía despertó en un estallido social pleno de rabia e impotencia. Ahora estará atenta observando como estas respuestas impactan en los bienes públicos: como la salud, la educación, la seguridad ciudadana, la vivienda, etc. En los jóvenes, en el respeto a la dignidad del mundo del trabajo y la calidad de vida de la tercera edad en Chile”.
“La gente quiere respuestas prácticas e inmediatas respecto de la calidad de vida a la que aspiran. Nada ni nadie podrá detener la fuerza de esta movilización social. La clase política tiene un gran desafío, una portentosa posibilidad para recuperar la dignidad y el reconocimiento. Para eso debe renunciar a servir a los dueños del dinero y volcarse al servicio de la ciudadanía. ¡Si eso no ocurre serán barridos de los cargos de representación en la próxima elección!”.
¿Qué tan responsable es el Gobierno y la Oposición de lo que estamos viviendo hoy?
“El Gobierno del Presidente Piñera, al igual que el Parlamento, no supieron leer las señales de la ciudadanía, allí redica la base de esta crisis. A lo largo de los años, incluidos los gobiernos de la Concertación, normalizaron el abuso y la impunidad, una institucionalidad de doble estandar, incluida la justicia, que era benévola con los dueños del dinero y severa con la ciudadanía común, cursos de ética para unos y cárcel para otros. Esa desatención normalizadora deterioró la legitimidad de la política, la peor de la que se tenga memoria: prestigio, credibilidad y representatividad por el suelo, sin sintonía con los anhelos de los ciudadanos. Respecto del gobierno, su “Talón de Aquiles” ha sido el nepotismo y la endogamia socio-cultural, que le acarreo una mala percepción de la realidad. Con los pésimos resultados que hemos conocido. Esto representa un grave deterioro y riesgo para la democracia”.
Y en particular, ¿Qué opinión tiene de la forma como el Presidente Piñera ha enfrentado esta crisis?
“No podemos tapar el sol con un dedo. El Jefe de Estado tomó consciencia de la cruda realidad con varias semanas de retraso, decenas de vidas perdidas, centenares de mutilados y miles de millones de pesos en destrozos de la propiedad pública y privada. Además de la imagen país en ruinas”.
“Nadie puede justificar la violencia, el caos y el saqueo, que por cierto repudiamos por irracional. Pero, con la misma claridad, decimos que molesta se impute toda responsabilidad a la violencia activa del movimiento, sin que la derecha se haga cargo de la violencia ideológica ejercida por décadas, que gatillo este estallido social. Esta última ha sido extremadamente violenta con la educación de la niñez chilena, con la salud de nuestro pueblo, con el mundo del trabajo, con la calidad de vida de nuestros viejos. Personalmente, creo debemos pedir perdón por llevar el neoliberalismo a extremos irracionales, ¡por la perversa ambición de unos pocos!, por eso he promovido insistentemente un vuelco de la derecha hacia lo social, de reencuentro con los valores republicanos”.
“A propósito de la crisis y las movilizaciones sociales, el Presidente Piñera señala: “Todos hemos aprendido” de estos dolorosos hechos. Ocurre que él no tomó un curso de aprendizaje. Asumió la responsabilidad de gobernar Chile, con el agravante que lo hacía por segunda vez. Siento que hace falta una humilde petición de perdón. No basta condolerse con esas familias que han perdido un ser querido o han sufrido las consecuencias de este desastre. Lo digo con humildad y profundo respeto. Me duele esa falta de sensibilidad. Debemos hacernos cargo de los errores, faltas propias y también de la soberbia del sector”.
¿Qué es lo más urgente de abordar para dar tranquilidad de la ciudadanía?
“Me parece que en lo inmediato se deben generar las condiciones para conformar una Convención Constituyente, los más plural y ciudadana posible, para generar la nueva Constitución Política, que sea compartida y respetada por todos”.
“No es aceptable pretender el más mínimo privilegio electoral para los partidos políticos, en detrimento de la representación y diversidad ciudadana. Lo digo por cuanto el sistema electoral de los diputados, para elegir los miembros de la Convención Constituyente, es un sistema hecho a la medida de los partidos políticos, en detrimento de los ciudadanos y los independientes. Un sistema que hemos denunciado reiteradamente como corrupto, asimétrico, injusto, que favorece electoral y económicamente a los partidos. Se pide y requiere que todos compitan en igualdad de condiciones. Si ello no ocurre, en la conformación de la Comisión constituyente se producirá la misma crisis de representación que se muestra groseramente en la Cámara de Diputados. Eso sería un tiro en los pies”.
“Luego, lo más urgente es atender a la brevedad, con generosidad y sentido de urgencia, las demandas sociales. Me parece que Chile necesita promover un cambio cultural que enfatice su sentido de destino común, de comunidad de intereses, que atienda lo social, la colaboración, lo valórico, lo ciudadano, en el tiempo más breve, responsabilidad que compete al gobierno y el Parlamento”.
Y en este escenario, ¿Qué rol deben jugar los otros actores de la sociedad? ¿Los empresarios, la sociedad civil y las Iglesias, entre otros?
“La crisis que vivimos es esencialmente ética. Tiene dimensiones económicas, políticas, democráticas, sociales, históricas, culturales, etc. Pero, en su esencia es una crisis eminentemente ética. Se trata, en consecuencia, de recuperar la vigencia de los principios y valores éticos, del humanismo, lo laico y republicano. Debemos recuperar el valor del mérito, la excelencia, el respeto, la solidaridad, la probidad, etcétera”.
“Ese debe ser el norte que oriente la acción de esos importantes sectores de la sociedad. Se debe promover una lógica Eco-Sistémico-Relacional, un ambiente inspirado en el ganar-ganar, donde el bien privado esté en plena armonía con los bienes públicos, donde la competencia esté en armonía con la sociedad, donde el individualismo este armonizado con lo social, el egoísmo deje espacio al altruismo. Donde todos sientan que gozan de los beneficios del progreso. En este desafío la empresa y los empresarios tienen un rol capital: contribuir con la eficiencia privada en las tareas de bien público”.
“La ciudadanía, la sociedad civil, debe aprender a elegir, a hacerse responsable de sus opciones, a no dejarse engañar por los cantos de sirenas. No ceder ante la política de farándula, el reality de lo público, el marketing que transforma la política y los políticos en objetos, productos, marcar a vender. No dejarse embaucar y atender al fondo de las propuestas. La ciudadanía no puede eludir su responsabilidad en la elección. De hecho al Parlamento han llegado personas que dejan mucho que desear, lo que debiera ser vergonzante para los electores, ya que son ellos los que han puesto esas personas en los cargos de representación”.
“Respecto de la Iglesia no es mucho lo que se puede pedir por el momento. Es una institución en proceso de recomposición, que busca superar sus incoherencias entre sus dichos y sus hechos. Le tomará tiempo recuperar su autoridad. Desde la visita Papal hasta ahora la Iglesia aparece desarticulada, sin ejercer su rol ni liderazgo moral. La ciudadanía ha tomado distancia, de hecho en las movilizaciones se saqueó y quemó mobiliario de iglesias en el país. Hay allí una tremenda grieta a reparar. Aún así esperamos ejerza su liderazgo y haga escuchar su voz en este proceso constituyente tan fundamental”.
Y la masonería…
“Sobre el rol de la masonería creo que tiene una deuda muy grande, una gigantesca responsabilidad por delante. Siendo esta una crisis principalmente ética, una institución que históricamente se define como ética y filosófica, tiene un desafío de gran relevancia. En efecto, desde el fondo de la historia, la Masonería ha inspirado los valores éticos del humanismo que dio forma a la institucionalidad de nuestro país, hay abundantes testimonios históricos de avances sociales y culturales. La Masonería tiene un gigantesco desafío para recuperar de la vigencia de esos valores en la sociedad chilena”.
“En general, espero que todos los liderazgos del país, públicos y privados, el empresariado, la sociedad civil, el clero, la masonería, asuman el portentoso desafío de devolver a la institucionalidad el sentido humanista, el compromiso con la dignidad de la persona humana, en equilibrio de derechos y deberes”.