Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Doctor en Sociología. Ex Vicepresidente del Senado, ex Diputado y ex Alcalde
Somos habitantes de un universo, en equilibrio dinámico de multiversos, que fluyen en el amor. Espacio-tiempo en el que cada nodo, cada ser, cada segundo, son infinitos plenos de inter-relaciones que cruzan nuestro ser, en toda su cósmica pequeñez. La energía del amor fluye natural, como el agua, por esos canales cósmicos, por cada rincón de la natura, por cada átomo de nuestro ser.
Pero, de pronto, en el fluir del ser y estar, esos canales se ven obstaculizados, se dificulta la circulación de la energía creadora. Se inhibe la circulación de la buena energía, la plenitud de humilde y sencillo amor, estancos que se alteran, desbordan, buscando otros niveles de base donde fluir. La madre natura en su compleja inmensidad: de ondas y partícula, de materia y energía, de cuerpo y espíritu, nos pone frente a los equilibrios, a la ley de las compensaciones, el mosaico de la vida, de luces y sombras; ese piso de baldosas blancas y negras por el que caminamos la vida, siempre guiñando nuestros pasos entre luces y sombras, penas y alegrías, amor y odio, vida y muerte.
¿Será que la madre natura, Geo, Gaia, la Pachamama y sus mil denominaciones, según cada creencia, nos están dando un mensaje, alguna señal? ¿Será que se expresa el principio Monistas del Uno en el todo? ¿y, de todo en el uno? ¿Será un desmentido a la ególatra vanidad humana?
¿Será que la mutación del CoronaVirus, nos ponen de frente a nuestra frágil realidad? ¿Será que debemos revisar nuestra construcción de mundo en torno al materialismo y hedonismo? ¿Es razonable seguir exaltando el antropocentrismo que muta en egolatría? ¿Será que debemos revisar y reflexionar sobre nuestra concepción del mundo y la sociedad?
¿Será que cosechamos los males que sembramos? Quizás el individualismo que campea en cada acción, nuestra soberbia y el egoísmo son fatuos. Que el desdén y el orgullo son emociones vanas; estúpidas reacciones jactanciosas que se derrumban frente a la invisible e insignificante magnificencia viral. Quizás los Dioses de hoy, ayer y de siempre, nos dicen que somos uno, en la unicidad; que NO somos amos del mundo, que destruimos inmisericordo, sino simples aves de paso, insignificantes frente a la inmensidad del Cosmos.
¿Será que la epidemia de miedo y egoísmo que observamos como reacción frente a este mal, deba mutarse en amor y solidaridad? ¿Será que el remedio está en evacuar el mal de nuestra vida, de las relaciones humanas e inter-especies, en dejar de destruir el planeta y de extinguir especies? En asumir que el remedio está en el amor, la humildad, la fraternidad y la solidaridad!
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