Por: Dra. Rocío Angulo. Profesora Asistente del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O´Higgins
No, no todas las cuestiones son de opinión. Algunas preguntas se responden desde la evidencia acumulada y el uso de un método. Si tiramos una piedra al cielo se nos caerá encima. No es discutible. Bueno, podemos discutirlo pero la piedra nos va a caer igual, pueden comprobarlo. Ahora, en medio de la pandemia, miramos a la ciencia esperando el milagro: que una piedra que ya hemos tirado no nos caiga encima.
La virulencia del coronavirus o su forma de propagación son cuestiones para la ciencia, no para discutir. Entonces, ¿por qué no hacemos lo que nos dicen los expertos para que esto pase rápido y discutimos sobre aquello en lo que sí podemos influir? Por ejemplo, sobre aquello que podría limitar el impacto de otro evento así en el futuro, quizás con un bicho realmente agresivo. Porque nuestro problema real no es el Covid-19, sino nuestros pobres sistemas de salud, siempre tan al límite que se desbordan ante cualquier eventualidad.
Sólo un pequeño porcentaje de los afectados por Covid-19—los más graves—requieren hospitalización. Pero ese pequeño porcentaje ha obligado a algunos médicos a tener que decidir quién vive y quién muere, terrible, y evitable. Si tuviéramos más en orden nuestras prioridades, si los gobiernos no hubieran tratado la salud y la ciencia como gastos, sino como inversiones obligadas.
Los científicos no sabían qué virus nos iba a aterrorizar ni cuándo, pero que la pandemia llegaría lo tenían claro ¿Y qué han hecho nuestros gobiernos para cuidarnos? Nada, priorizar otros asuntos sistemáticamente. Nos han expuesto a este horror y para paliarlo, no se les ocurre otra cosa que castigarnos con una restricción de nuestras libertades nunca antes vista y con quién sabe qué consecuencias.
Cada una sacará sus conclusiones, pero yo creo que este sistema y sus dirigentes deben ser reemplazados por una cuestión ya no de opinión, sino de pura supervivencia, a las pruebas me remito.
Este bicho que no entiende de clases sociales, fronteras o muros, nos trae grandes lecciones. Nos dice cosas como que por mucho alcohol gel que acumules tú, si no me dejas algo a mí, caemos todos.
Los tiempos que vienen exigen que la ciencia y la política conversen mucho más y mejor para que no sigamos tirando piedras al cielo. Pero, sobre todo, exigen una solidaridad que nunca debió perderse en los grupos humanos. Antes de que inventáramos esas moneditas que seguro ahora van plagadas de virus, nuestra capacidad de supervivencia ya venía de la comunidad, no de la individualidad.
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