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[Opinión] El Coronavirus y la recesión que llegó

Por: Felipe Larraín B. Profesor titular PUC, Investigador de CLAPES UC y Exministro de Hacienda


El coronavirus que asola a Chile y el mundo puede describirse como un “cisne negro”, evento altamente improbable y de gran impacto, como lo plantea Nassim Taleb en su notable libro de 2007. Es más contagioso, pero menos letal que otras pandemias recientes como SARS o ébola. Los países han respondido con diversos grados de coordinación, inéditos planes de estímulo fiscal, políticas monetarias ultraexpansivas y drásticos controles al desplazamiento humano, aunque con muy distintos grados de éxito.

La primera y más importante prioridad es proteger las vidas humanas. Lamentablemente, el costo del descalabro económico es una fuerte carga que pesará sobre la economía global y muchas familias chilenas por un buen tiempo después de que se logre controlar efectivamente el virus.

El mundo ya está en recesión. Las proyecciones de crecimiento mundial para 2020 pasaron en poco tiempo desde un 3% a una contracción. Este abrupto ajuste de más de cuatro puntos está en línea con la velocidad de propagación de la enfermedad. Lo que se discute hoy es la magnitud de la recesión. En EE. UU, las solicitudes de seguro de desempleo saltaron más de 11 veces la semana pasada respecto de la anterior, esto es, desde 282.000 a casi 3.300.000, el mayor número en la historia de esta serie. El paquete de estímulo fiscal de EE.UU. Es de US$ 2 billones (9, 3% del PIB), 70% superior al de 2009 en proporción al PIB. Los bancos centrales del mundo están reaccionando con fuertes bajas de tasas y también con medidas no convencionales de relajamiento.

Otro tanto está ocurriendo en Chile. Pero a nuestro país le llueve sobre mojado. El coronavirus golpea a una economía ya muy debilitada; antes de la pandemia, los pronósticos de crecimiento estaban apenas alrededor de 1% para 2020 y el déficit fiscal, cercano al 5%. Esto fue consecuencia del estallido social, la violencia que siguió y las variadas fuentes de incertidumbre, como el cambio constitucional y las numerosas elecciones que enfrentará Chile en los próximos dos años. La pregunta, más bien, es la magnitud del golpe que sufrirá nuestra economía. ¿Estamos en presencia de una crisis como la de 2008-09, como la de 1982-83 o como la Gran Depresión de los años treinta?

Algunas cifras pueden ayudar. En 2009 la economía cayó 1,67% y el desempleo se sobre 10%. En 1982 el producto se contrajo 11%, seguido de otra caída de 5% en 1983, y el desempleo se empinó por sobre el 20%. En los años 30 la debacle fue mucho mayor; el PIB se desplomó 12,89% en 1930, y un promedio superior a 20% en 1931-32; además, el comercio internacional se contrajo casi 80%. Solo se recuperó el nivel de PIB previo a la Gran Depresión a fines de la década de 1930.

Los pronósticos más optimistas para la crisis actual indican que el contagio se puede contener en unos pocos meses y que la normalidad volverá en el segundo semestre. En este escenario, la economía chilena caería entre 0,5% y hasta 4% según un estudio reciente de Clapes UC.

La clave para el buen desenlace es que el problema se contenga a tiempo. En el corto plazo, la prioridad es que las autoridades de salud dispongan de los recursos y las acciones necesarias para enfrentar la pandemia. En el ámbito económico, se requiere proteger el empleo y los ingresos de las personas, y generar las condiciones para que las empresas puedan sobrevivir. El plan del Gobierno está en general bien orientado en este sentido.

Pero costos los habrá y fuertes. Un desafío clave es evitar quiebras masivas de empresas —tanto pymes como empresas grandes— y contener los efectos sobre el sector financiero. Evitar quiebras permitirá que cuando nuestra economía vuelva a caminar, y muchas personas vuelvan a laborar, los empleos todavía estén. Pero si tenemos quiebras significativas, muchos trabajos se perderán y costará tiempo crear otros nuevos. Las personas y familias pueden sufrir mucho en ese escenario. Este efecto puede ser muy potente y prolongado en el tiempo, especialmente porque a los daños en el sector real se añadirían los del sector financiero.

Es sabido que las recesiones que abarcan no solo al sector real sino también al financiero duran más y son más profundas que aquellas en que el sector financiero se mantiene en pie. Por ello, uno de los temas que las empresas tengan la liquidez necesaria para enfrentar la crisis. La política y la regulación crediticia juegan un rol clave en este respecto.

En síntesis, el coronavirus es un problema muy serio en Chile y el mundo, sin duda más fuerte que la recesión de 2008-2009. Pero si se enfrenta adecuadamente, no tiene por en un colapso de la magnitud de la recesión de los ochenta ni menos de la Gran Depresión del siglo pasado.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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