Por: Angélica Bart S. Docente Adjunta. Escuela de Salud de la Universidad de O´Higgins
Si bien el cambio es una constante, su magnitud y frecuencia, impacta en cómo es percibido y qué respuestas apoyan el equilibrio en tiempos de crisis. Estos meses, hemos vivido importantes y diversos cambios como personas y comunidades, en un contexto de incertidumbre y emergencia donde la necesidad de adaptarse, ser flexibles y estar informados es imperativa, y la paradoja de un aislamiento/conectado lleva a cuestionarnos transversalmente: “y ahora… ¿qué hago?”.
Y en el “¿qué hago?”, el tiempo cobra nuevo sentido, cuando las rutinas establecidas son incompatibles con la crisis y las ocupaciones deben transformarse para favorecer el autocuidado, la salud y la continuidad de actividades. Como yo lo veo, tenemos la oportunidad de re-entender la calidad del tiempo, lo cotidiano, las relaciones, intereses y motivaciones…el cómo “ocuparnos mejor”.
La Terapia Ocupacional reconoce la ocupación como propia del ser humano, con sentido, propósito y significado: como única e irrepetible: “Lo que hago hoy, no vuelve”, porque cambiamos y aprendemos de la experiencia, pudiendo adaptar nuestro quehacer más allá de las limitaciones externas, porque somos dueños de nuestro tiempo, libres de elegir que, cuanto y cómo hacemos.
Frente a una comunidad que requiere que nos cuidemos para cuidar, estamos llamados a vivir plenamente, a cumplir con las actividades de la vida diaria para cuidar nuestra salud; desempeñar actividades de tiempo libre significativas para cuidar nuestra salud; mantener espacios aseados y confortables para cuidar nuestra salud; estar comunicados y cercanos aun sin contacto, para cuidar nuestra salud; disfrutar del descanso para cuidar nuestra salud; y sobre todo, enfrentar y aceptar los cambios para cuidar nuestra salud.
Hoy, cuidar nuestra salud es la consigna, tanto al equilibrar una nueva rutina con ocupaciones que nos aporten calidad de vida, como al disfrutar de la intimidad de nuestro hogar. Cuando los medios se centran en los orígenes o efectos de la crisis, esta columna invita a la reflexión de nuestro papel y a estar abiertos a reconfigurar hábitos y roles, desafía a ser creativos al dar continuidad a la participación personal y productiva, va más allá de la tecnología como única herramienta y cree en las personas.
Sinceramente espero, que podamos generar instancias de encuentro, seguras y participativas, para cuidar nuestra salud a base de adaptación y compromiso.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.