Por: Óscar Mercado M. Director del Programa de Sustentabilidad de la UTEM
La actual crisis generada por el coronavirus, ha provocado una serie de cambios importantes en la sociedad y su entorno, demostrando que muchas de las cosas que habitualmente hacemos, como parte de nuestra rutina, son prescindibles y que lo importante está en cosas sencillas que muchas veces la vorágine de la vida no nos deja ver. Pero esta sensación de cambio, se suma a un cúmulo de noticias previas que hablaban de la urgente necesidad de cambiar también nuestro comportamiento, para revertir el calentamiento global y su consecuente cambio climático. De esta forma, se unen las señales que veníamos recibiendo, respecto a la necesidad de repensar la forma en que la sociedad se interrelaciona entre sí y cómo se relaciona con el medio ambiente que sustenta la vida.
Sin duda, después de la crisis del coronavirus y la amenaza del cambio climático, tendrán mayor presencia una serie de propuestas conducentes a construir un planeta sustentable. Propuestas que demanden importantes cambios en el actuar de las personas, las empresas y el gobierno, para hacer de sus comportamientos acciones compatibles con la anhelada sustentabilidad. Sin embargo, confiar en este cambio de actitud no será fácil, pues la codicia y la ambición prevalecen en nuestra sociedad y hay muchos que, en aras de acumular riqueza, no dejarán de impactar negativamente a la sociedad y al ambiente.
En este escenario en que se requerirá cambiar radicalmente, muchos no estarán dispuestos a hacerlo; por ello toman relevancia las distintas certificaciones o sellos que de una u otra manera, permiten dar fe a la sociedad del comportamiento sustentable de organizaciones y empresas.
Desgraciadamente, en Chile esto ha tenido poco desarrollo, y acciones como la Certificación B, que señala las empresas sustentables en el ámbito empresarial; el sello Sustentable FEN, otorgado a pymes por la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, y el Premio Sustenta de la UTEM, que reconoce a las empresas sustentables que cumplan estrictos requisitos, no cuentan con suficiente difusión en la ciudadanía, para que ésta tome decisiones en base a estos reconocimientos.
Otro reconocimiento que tampoco ha tomado la fuerza que merece, es la serie de sellos que otorga el programa HuellaChile del Ministerio de Medio Ambiente, a las empresas que cuantifican, verifican y neutralizan su huella de carbono. Es una iniciativa que lleva algunos años, pero tampoco llega a la ciudadanía, para que ésta decida su accionar en base a esta información. Algo muy similar sucede con las certificaciones de carbono neutralidad que entrega la Bolsa del Clima de Santiago, las cuales son conocidas sólo dentro del círculo.
Urge, entonces, idear formas de masificar este tipo de información y que pase de ser un tema importante y urgente para unos pocos, a un tema conocido e importante para todos, para privilegiar a aquellas empresas e instituciones que pueden demostrar de verdad un compromiso con la sustentabilidad.
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