Por: Jorge Gillies A. Académico de la Facultad de Humanidades y Tecnología de Comunicación Social de la UTEM
Las crisis son propicias para el surgimiento de liderazgos políticos que marcan el destino de las sociedades, no siempre en términos positivos. El advenimiento de Hitler al poder sería impensable sin la gravísima crisis política y económica que sufrió Alemania después de la I. Guerra Mundial. Como contrapartida, Churchill consolidó su liderazgo al salvar a Gran Bretaña cuando todo parecía perdido ante la inminente invasión alemana.
En Sudáfrica, Mandela emerge desde lo más profundo y cruel del régimen del Apartheid para transformarse, después de 27 años de prisión, en el líder que logró unificar a su país, poniendo fin a la desconfianza, el odio y la segregación.
En Chile, situaciones de crisis han servido también para catapultar liderazgos, así sean efímeros. Fue el caso de Laurence Golborne, ministro de Minería durante el primer gobierno de Piñera, quien gestionó exitosamente el rescate de los 33 mineros de Atacama. Fue visto como seguro candidato presidencial de la derecha hasta que una maniobra surgida de su propio sector, revelando manejos financieros improcedentes, lo liquidó políticamente.
Ahora bien, lo efímero del liderazgo de Golborne también se explica porque la epopeya de la mina San José, si bien gloriosa, tuvo un efecto acotado. La sociedad chilena no experimentó cambio alguno después de ella.
Distinto a lo que sucede hoy, cuando la pandemia está marcando cambios profundos en la política, la economía y el modo de relacionarnos, que muy probablemente perdurarán. En este contexto, han surgido dos liderazgos que actúan precisamente en el área más crítica de su gestión.
En la derecha ya se está manejando el nombre del ministro Mañalich como alternativa a José Antonio Kast, cuyo liderazgo aparece limitado por su fuerte impronta pinochetista. Si Mañalich logra liderar medianamente bien la pandemia, impidiendo imágenes como las de EEUU, Italia o España, podría ocupar efectivamente ese papel.
En la oposición, carente de líderes atractivos, el nombre de Izkia Siches, la presidenta del Colegio Médico, no podía pasar inadvertido. Es la cara opuesta a la de Mañalich y, en cierta medida, ambos se potencian.
Para generar liderazgos efectivos, erigirse como presidenciables y superar la preferencia que sigue mostrando Joaquín Lavín en las encuestas, ambos tendrán que dar, eso sí, muestras de un mayor pragmatismo y espíritu colaborativo. Algo difícil en un país que inició la pandemia en un clima de extrema polarización, que todavía persiste.
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