Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador chileno. Integrante del Hub Desierto de Atacama
Pandemia es el proceso en que todo un pueblo es alcanzado por un mal, una enfermedad epidémica que se extiende (viraliza y contagia) a muchos territorios o que ataca a casi todos los individuos de un tiempo-espacio. Se produce cuando surge un nuevo virus o se observa alguna mutación que se propaga por el mundo y la mayoría de las personas no tienen inmunidad.
La expresión, por extensión, también puede aplicarse a procesos sociales, económico o de otra naturaleza, donde también aplican los conceptos de auto-inmunidad (otredad) y sico-somáticas (mismicidad) que inducen la Inflamación, fiebre, viralización y contagio socio-cultural. En este caso usamos una palabra compuesta de pandemia y ética para poner de manifiesto que en nuestra concepción el proceso es una degradación ética, que se extiende globalmente. Con impactos diferenciados según los distintos ethos, que pueden ser más favorable o no a su desarrollo, según la inmunología (cultural y valórica) de cada población.
El tema que nos ocupa está relacionado basalmente con la tensión entre lo material y lo espiritual, la visión minimalista de la dignidad de las personas y respecto del sentido de comunidad. He usado un neologismo “pandemética” para señalar una epidemia de sentido ético, que se contagia a gran velocidad destruyendo el tejido social. No se trata de un asunto local, ni siquiera continental, se trata de un fenómeno global, que alcanza a países ricos y pobres, de izquierda y derecha, de diversas religiones, etc.
La crisis basal que vivimos tiene un sentido estructural eminentemente ético, vinculado a las profundas desigualdades que genera el modelo vigente, un neoliberalismo estructural, que desborda en individualismo radical, el proceso de corrupción, una justicia parcial y discriminadora. Es la ruptura de los límites de la ética, que se llenan de opacidad, de incertezas, como amplios e indefinidos bordes. En el que la libertad puede caer en el libertinaje, al no respetar los espacios de libertad de los demás; la justicia con extrema elasticidad torna en injusticia; la competencia llevada al extremo termina eliminando los espacios de colaboración; el individualismo radical termina destruyendo el sentido de comunidad. En esas asimetrías emergen nuevas formas conflictos, distintos a los de la sociedad industrial y de la guerra fría.
Los “Nuevos Conflictos” son las nuevas forma de confrontación que van desde movilizaciones sociales hasta las guerras. Estos conflictos tienen sentido estructural, apuntan a la destrucción de bienes públicos y privados, tangibles e intangibles, promueven el cambio del modelo o paradigma vigente, son segmentados por materia, territorios o intereses económicos, son conflictos de carácter distribuido, sin cabezas visible, que agrupan anarquistas y movimientos sociales. La confrontación se libra con armas y métodos no convencionales, incluido el lumpen, terrorismo, la asociación con el narcotráfico y con la corrupción, las víctimas son principalmente civiles.
Se rompe la tradición de un siglo y medio derivada del Tratado de Westfalia, en el sentido que se respetaba a los civiles. Estos conflictos adquieren la forma de focos distribuidos, autónomos, transversales, difusos, con características o motivaciones propias en cada lugar, denotando la ruptura de los alineamientos tradicionales, se supera el sistema binario de buenos y malos; izquierda y derecha; norte y sur; ricos y pobres. No es trata de la revolución proletaria, se orienta hacia los trabajadores y la juventud que se educa. Se desplaza hacia categorías superiores de vigencia cultural: medio ambiente, pueblos originarios, calentamiento global; migraciones, minorías sexuales, asimetrías socio-económicas; entre muchos otras temáticas.
Hay un fuerte énfasis generacional, los jóvenes asumen que la historia comienza con ellos, todo lo anterior no vale, tienen un protagonismo muy marcado en materia de participación y construcción del mundo digital. La brecha intergeneracional tiene múltiples dimensiones. No se observan liderazgos hegemónicos que marquen verticalidad, por el contrario se trata de un tipo liderazgo marcado por relaciones de horizontalidad, que para efectos de sus coordinaciones toman la estructura de la “Función HUB”, es decir, una estructura de articulación, coordinación y logística, que concentra, distribuye y amplifica los flujos en las relacionales de ese sistema, en el contexto de un enfoque ético-eco-sistémico-relacional.
Los nuevos conflictos tienen un carácter distribuido, fragmentado y segmentado variando según cada zona, con expresiones de violencia, saqueos, destrucción de espacios públicos, que se libran entre grupos, asociados a temáticas: asimetrías sociales, migraciones, genero, pueblos originarios, minorías sexuales, razas o color. etc.
Una característica generalizada es la presencia de amplias masas ciudadanas y entre estas aparecen grupos radicalizados que promueven la violencia, el saqueo y la destrucción. Otro elemento transversal, que se observa a nivel glocal, (global y local) en lo que se esconde bajo el acrónimo ACAB, All Corps are Bastard, que significa “Todos los cuerpos (de policías) son Bastardos”, eslogan de carácter global que se repite en cada movilización, de desprecio por la institucionalidad y especialmente hacia las policías, a las que intentan confrontar, desacreditar en sus procedimientos, cuestionar es su legitimidad, legalidad, sus soportes logísticos y en sus presupuestos institucionales.
Son grupos radicalizados, asistémicos, anárquicos, disfuncionales. Sin embargo, algunos teóricos gustan de adornar esas intenciones con nombres de fantasía como el de “deconstrucción”. que es lo mismo que destruir para construir sobre ello. Introduciendo un cierto sentido metafísico, de compromiso de valores, un sentido de vida. Son conflictos estructurales respecto del modelo de desarrollo, que para su resolución requieren amplios acuerdos y consensos. Pero, los sectores radicalizados quieren superarlo mediante el expediente de destrucción o demolición, en el contexto de una tensión de modelos que encierran éticas confrontadas, que no responden a las formas tradicionales de resolución de conflictos. Es una actitud unilateral radicalizada, que no confía en los procedimientos democráticos y mucho menos en los políticos, despreciando por igual a la izquierda, el centro y la derecha.
La revolución en las tecnologías de información y comunicación (TIC) ha alterado las relaciones temporo-espaciales, cambiando la naturaleza de las confrontaciones que tienen dimensiones tecnológicas: bots, IA, Big Data, drones, los ciberataques, los programas secuestradores y el hackeo de datos.
Los conflictos emergentes parecen no tener referentes, objetivos, ni liderazgos claros. Por otro lado, el multilateralismo está sumido en un completo fracaso, obsérvese la relevancia de la Unión Europea, que muestra graves fracturas. Otras instancias similares en el mundo se caracterizan por su exquisita irrelevancia e intrascendencia, ejemplo de esto son organizaciones internacionales como NNUU, la OEA, el BM, la OCDE, etc. Estas observan nula capacidad en la etapa de crisis pandémica, la cooperación internacional se ve mermada en su capacidad de prevención y mitigación de los conflictos y la violencia en todas sus formas. En algunos casos parecen promover confusión, desprolijidad en el cumplimiento de sus obligaciones y amparar acciones violentas.
La violencia de los movilizados es igual o peor que la de los agentes del Estado. Pero, tienen protección de los Derechos Humanos y desde ese doble estándar cometen todo tipo de delitos y crímenes en completa impunidad, como lanzar balines, piedras y bombas incendiarias a los agentes del Estado, a vista y paciencia de los observadores de NNUU y de los medios de comunicación. Una odiosa asimetría que ha sido amparada y no se observa voluntad de remediar y la justicia no se atreve a enfrentar. De esta forma milicias políticas, terroristas, narcotraficantes, delincuencia organizada, mafias globales y locales, van demoliendo la vigencia de la democracia, el estado de derecho, la vigencia de instituciones del Estado en diversas áreas territoriales.
Causas endógenas del colapso
La tipología de la conflictividad revolucionaria no es binaria como lo fue en la guerra fría. Hay quienes en el escenario actual aprecian el despliegue de las estrategias de teóricos de Izquierda, como La Revolución Molecular, de Félix Guattari y Deleuze, que cuatro décadas antes definieron un sistema universal de lucha social y de emancipación. No comparto ese criterio, lo cierto es que observo una Izquierda (nacional e internacional) derruida, sin liderazgos, ni propuestas, que está en el suelo y goza del más profundo desprecio de los sectores movilizados, como ocurre tranversalmente con toda la política, sin excepciones.
La crisis que estalló el 18 de octubre de 2019, en el caso de Chile, surge desde una sociedad fastidiada por el desdén de los políticos, segregada y abusada por un modelo minimalista de la dignidad humana. Sus causas son endógenas más que exógenas, el modelo llevado al extremo termina auto destruyéndose. Fue un colapso sicosomático, desde la mismicidad de un modelo radicalizado, abusivo y desprestigiado. El adversario aprovecha la inmunología deprimida para reactivar sus focos infecciosos, lo que hace recursivo el regreso de la fiebre a diversos órganos o partes del cuerpo.
El neoliberalismo se fue radicalizando, exacerbando el individualismo, la competencia, el libertinaje, el materialismo consumista, el nihilismo, el hedonismo, la corrupción y el narcotráfico se le metió por la puerta trasera. Un colapso inducido, por stress y abuso de grupos de poder económico que normalizaron la ilicitud y la corrupción; la depredación del planeta; el calentamiento global, la destrucción de la solidaridad estructural; la exacerbación del individualismo; el detrimento de la dignidad de la persona humana; el exterminio de las especies que pueblan los ethos, sin consideraciones éticas por parte de los responsables, materialismo que es por igual en la izquierda y la derecha. Del centro ni hablar, ya que no existe.
En el nombre de una libertad mal entendida, se derivo en libertinaje, abuso e impunidad, la derecha se ha terminado auto-infligiendo una derrota, que constituye una sentencia auto cumplida. Fueron mucha las voces que durante dos décadas anunciaron las graves consecuencias que esto acarrearía. Fueron acusados de desleales, díscolos, exagerados. Se debilitaron los bienes públicos al extremo, en beneficio de unos pocos, esos favores se pagaron generosamente para otros pocos. Pero, la inmensa mayoría ha visto disminuir sus bienes públicos, se ha mantenido en la pobreza, sobre-endeudada para mantener un nivel de sobrevivencia. Todo esto ha terminado con una política deslegitimada, con los políticos completamente desacreditados, cual parias de la sociedad. La democracia debilitada sin disimulos, el Estado y sus órganos muestran problemas de legitimidad y legalidad, la inestabilidad política y la desconfianza cruzan todas las relaciones humanas.
Conflictividad
La conflictividad está íntimamente ligada a la legalidad, legitimidad, institucionalidad, desigualdad, liderazgo, sentido de comunidad y la épica que inspira la unidad o la confrontación. El Conflicto es la tensión, desacuerdo u oposición entre personas o cosas; derivada de una rivalidad prolongadas entre dos o más instancias. En cambio, la Conflictividad es la cualidad de lo conflictivo, son las condiciones y tendencias que dan lugar a los conflictos, la evolución que se da entre un momento y otro tiempo-espacio, la evolución de dos períodos.
Los “Escenarios Prospectivos” se definen como el modelamiento de una situación futura esperada, que contiene secuencialmente: una situación de base o diagnóstico problematizado; una descripción de la trayectoria futura más plausible y los distintos cursos de acción posibles; una aproximación de las situaciones o riesgos de azar que pueden manifestarse; una definición del horizonte de tiempo, y; una descripción de la situación futura o situación de llegada. La conflictividad de un tiempo-espacio particular se caracteriza por “Ejes Principales de Conflictividad”, de largo, mediano y corto plazo, que pueden ser del ámbito de la política; trabajo; comunidad; geopolítica; ética, etc.
A modo de ejemplo, en los estudios de percepción ciudadana en Chile, la conflictividad se asocia con: la crisis política, el descrédito y deslegitimidad de la actividad; la inestabilidad y debilitada gobernanza; las movilizaciones sociales; crisis económica caracterizada por el desempleo y sobre endeudamiento; pobreza y desigualdades, afectada por las migraciones, la emergencia de racismo y localismo; cambio climático y biodiversidad; brecha digital y marginación; las faltas a la probidad; el narco-delito; el desprecio al mérito en un contexto de impunidad; además de la eventualidad natural.
Por décadas el Estado chileno ha sido in-capaz de “Procesar el Conflicto”, que reventó con la Explosión Ciudadana del 18 de Octubre. En muchos lugares el Estado se ha desvanecido; la institucionalidad dejó de operar en plenitud; la sociedad civil tomo un rol de rebeldía; emergió un segmento de Anarquistas juveniles; se despliegan sin contención los Soldados del Narco; emerge un segmento de lumpen protagonizando saqueos violencia e incendios; desapareció el liderazgo político; opinólogos y farándula forman la opinión pública. La delincuencia es transversal a lo político, social, cultural y etáreo, en un ambiente de impunidad.
Se observa un divorcio entre sociedad civil y la política, el Estado esta diluido y debilitado, no hay diálogo ni pacto social, la sociedad civil no puede imponer límites al desvergonzado actuar de políticos de espaldas a la ciudadanía; los tribunales de justicia han dado señales de impunidad y justicia de doble estándar; la Contraloría General es incapaz de actuar en forma y oportunidad llegando tarde a sus compromisos institucionales. El Estado de Chile y su Poder Ejecutivo, es incapaz de procesar los conflictos sociales.
La conflictividad está asociada a un mayor o menor liderazgo político y social, el cual hoy en Chile esta transversalmente debilitado. La sociedad baja sus niveles de conflictividad y radicalización cuando hay un buen relato (convocante) o una épica inspiradora, lo que no ocurre en este caso. Siguiendo el planteamiento de Habermas sobre la Teoría de Estado, la legalidad y legitimidad son fundamentales para el manejo de la conflictividad, en el caso chileno se observa precariedad, en el parlamento, el Gobierno y los partidos políticos. No hay relato ni vocerías, anuladas o con signos de corrupción ideológica. Mientras más altas las expectativas de la gente y mas bajas las respuestas de la autoridad, se exacerba la conflictividad. Por otro lado mientras más críticos los problemas socio-políticos y más inoportunas e ineficientes las respuestas se agudiza el conflicto. El nivel de la política, la solidez estructural de sus liderazgos y propuestas son deplorables, enfrascados en la descalificación y obstrucción binaria o de polarización de la mediocridad. El conflicto parece perpetuarse, no logra ser canalizado por los conductores políticos, sus liderazgos están cada vez más debilitados. La conflictividad hacia el segundo semestre del 2020 ira en aumento.
Tic: Racionalidad – Emocionalidad – Conflictividad
La revolución en las tecnologías de información y comunicación ha cambiado la relacionalidad social y las dimensiones temporo-espaciales, lo que está gatillando una relación social caracterizada por una nueva topología, ha cambiado la centralidad, proximidad, accesibilidad y conectividad. La estructura de la relacionalidad ha volcado desde la verticalidad hacia la horizontalidad, cambiando el paradigma relacional y comunicacional. Surge un nuevo valor de la diversidad lo que trae aparejado un nuevo pluralismo. Así la élite queda reducida a sus capacidades adaptativas a la sociedad digital. Esto se agrava por los procesos replicativos, que inducen a las personas e instituciones a hacer más de lo mismo. En este sentido la sociedad civil avanza a una velocidad mayor y con mejores habilidades adaptativas.
Los avances en las tecnologías cambian la conflictividad y la forma en que se desarrollan los conflictos. En este asunto cobra particular relevancia la tensión entre la racionalidad y emocionalidad, la comunicación se llena de contenidos emocionales. De hecho las audiencias masivas consisten en la manipulación de las emociones de las personas. La fidelidad de esas audiencias depende en gran medida de si se siente recíprocamente respetadas, acogidas y consideradas, con amplios espacios de participación. El equilibrio dinámico entre racionalidad y emocionalidad juega un rol clave en la conflictividad social.
Con la amplia difusión de las TIC, están cambiando las formas de esa conflictividad, derivando hacia ataques cibernéticos, físicos y biológicos, haciéndolos más selectivos o masivos según la conveniencia. También hay mayores capacidades de mimetismo, de ocultamiento, particularmente cuando se dan las asimetrías tecnológicas y de conocimiento respecto de la usabilidad de las mismas.
La automatización, la robótica, la big data, la inteligencia artificial, la ubicuidad de las redes y comunicaciones, además de las asimetrías en el conocimiento (Know How) modifica la conflictividad, surgen nuevas formas de coordinación, se extiende la funcionalidad HUB, nuevas formas de articulación, coordinación y conmutación en las que se aprecia la magnitud de la brecha digital. Particularmente cuando la élite persevera en la replicación y en la endogamia social, que ha resultado muy perjudicial en el caso de la política, la iglesia, entre otras tantas instituciones.
Las movilizaciones muestran una capacidad logística y de coordinación impresionante, superando a los agentes del Estado en capacidad, velocidad y capacidad de articulación. En los casos de escalamiento de la conflictividad este tipo de tecnologías facilita ataques, en nivel de violencia, de destructibilidad, reduciendo los riesgos de la intervención física. Se observan ciertos grados de segmentación, compartimentación y especialización de los grupos que operan reactivamente en la conflictividad, actuando en coordinación, individualmente o en grupos.
Es previsible el daño y peligrosidad de estas nuevas formas de conflictividad, cuando la confrontación escala y adquiere características más violentas, generando ataques físicos, para herir o matar a las personas y destruir bienes privados o públicos. En este complejo escenario observamos completa ausencia de pensamiento prospectivo y servicios de inteligencia que no son dignos de ese calificativo. El gobierno y los políticos igualmente extraviados en sus criterios y concepciones.
Reflexionando ante la eventualidad de confrontaciones globales, la pandemia nos hace tomar una clara perspectiva de lo que viene de cara al futuro próximo. A la posibilidad de ataques tecnológicos se agregan los ciberataques, y el riesgo de la guerra bio-tecnológica o derechamente biológica. Hay allí un gran arsenal que reserva virus, bacterias, gases y otros trucos, que serán las nuevas armas de confrontación biológica, destruyendo cultivos, animales y personas, mediante sustancias tóxicas o enfermedades generalizadas, o el debilitamiento de los sistemas inmunológicos.
Otra nueva dimensión de la confrontación que tiene una forma permanente, en diferentes escalas y dimensiones, es la guerra de la postverdad, las noticias falsas y las Fake news, mentiras profundas que siempre traen asociadas algún tipo de interés gatillante. La desinformación, las divisiones y la inestabilidad política son parte del arsenal propiciado para la confrontación y la conflictividad. Sea parea actuar, reclutar, ganar adeptos, financiamiento o apoyo comunicacional.
Las amenazas se diversifican en evolución constante, complejas, mimetizadas, en adaptabilidad permanente y a un ritmo y velocidad que el Estado, en su condición actual, no puede ni remotamente responder. Se requiere un cambio de paradigma, nuevas formas de entender la relacionalidad, de uso de las potencialidades tecnológicas. Pero, lo más importante es que se debe salir del caduco paradigma cartesiano, lineal o sectorial, para entrar a un enfoque de paradigma ETICO-ECO-SISTÉMICO-RELACIONAL
El Estado debe modernizarse, cambiar su cultura y ética, los estilos gestionales, con respuestas imaginativas y audaces, basadas en el respeto y redes colaborativas con el ámbito local y global. No debe cerrar sus embajadas, por el contrario debe articular una potente red de nodos colaborativos globales, que incluyen el sector privado y la sociedad civil, asumiendo la necesidad de equilibrar competencia con espacio-tiempo para la colaboración para beneficio de la sociedad. Se debe superar las divisiones político-ideológicas propias de la guerra fría, o del ambiente de confort y abuso previo al 18 de octubre, para avanzar hacia relacionalidad basadas en el respeto y la colaboración, en la reciprocidad que genera una acción concertada. Me parece que esta generación de políticos será incapaz de asimilar este cambio y la ciudadanía deberá proceder a su reemplazo.
La competencia terminará destruyendo al sistema y el obstruccionismo entrampará el desarrollo del país, en uno y otro lado tendrán que sacudirse de la pusilanimidad y mediocridad endógena, para que Chile cultive la excelencia y retome el desarrollo con equidad, con convicción, compromiso y honestidad. Con una nueva ética como pacto social. Para los nostálgicos que esperan que los militares salven el país, les anuncio que no se harán cargo de las idioteces políticas, ni estarán dispuestos a pagar los costos de la farra. Ya lo hicieron y recibieron el pago de Chile, unos y otros sacaron provecho de su sacrificio, unos en lo político y otros en lo económico, para dejarlos abandonados a su suerte. Lo mismo que ocurre ahora con las policías, implementando el mismo modelo inhibitorio, intimidatorio y persecutorio.
¿Cómo superamos la pandemética?
La solución está al alcance de la mano, en los principios de siempre, pero se requiere un liderazgo ético. Se requiere inspirar en el Principio Monista que establece que todos somos uno. Y, uno somos todos. Todo es uno, en unidad y unicidad. En la ley de la reciprocidad, como es arriba es abajo; como es adentro es afuera. Son principios milenarios que acompañan al ser humano desde el fondo de la historia. Aplican para todas las dimensiones éticas de las que debemos hacernos cargo,
Las pandemias han estado siempre, son un estado crónico, permanente desde antiguo. Al reflexionar respecto del ¿Cómo ayudamos a superar la crisis? La respuesta fluye espontánea. Atendiendo a la raíz, a la causa basal que la gatilla. Se trata de una crisis cuya causa basal es ética, está en la filosofía. En la tensión entre el materialismo versus espiritualidad, en una visión minimalista del ser humano, del sentido de comunidad. Para superar la crisis debemos retornar a los principios fundamentales: Libertad, Igualdad y fraternidad.
Los Humanistas deben ser fieles a su sentido social, a su vocación democrática, a lo que le es esencial el melliorismo, la perfectibilidad de todo y todos los seres humanos. Puertas abiertas para estar con la gente, con sus problemas y necesidades. Una élite elegida y los excluidos que son la infinita mayoría.
La humanidad vive en los adjetivos y no en los sustantivos; en lo accesorio y no en lo sustantivo; el sustantivo en nosotros es el Humanismo, los adjetivos pueden ser variados; Sustantivo es que somos Masones comprometidos con los principios y valores laicos. Somos seres humanos que se declaran comprometidos con lo ético y filosófico; en el todo y no en las partes; en lo interno en equilibrio con lo externo. En lo físico que es el cuerpo; en lo mental que es la memoria y mente; y, en lo espiritual que es lo referido al alma.
Epílogo
En la oscuridad la luz debe estar en el Candelero, para que de la luz a los que la necesitan, en el momento y lugar requerido. En las instituciones, en los gobiernos, en los organismos internacionales, en las actividades, en los caminos, en los espacios habitados, en las rutas, incluso las lejanas que se orientan por los faros que alcanzan con su luz. No se trata de iluminar templos, sino cada rincón del planeta y del alma humana, en donde cada persona habita. La misión es ser luz de Humanismo y de valores éticos, hasta llegar a ser la luz del mundo. Nos urge una sociedad más humana, con sentido Ético-Eco-Sistémico-Relacional.
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