Por: Zdenek Sobotka. CEO y fundador de Solek
El año 2021 pasará a la historia. Al menos en cuanto a energía, ya que se estima que por primera vez las inversiones en fuentes renovables obtendrán la parte mayoritaria de la industria, superando así al petróleo y el gas, que han liderado hasta hoy.
Incluso se espera que el próximo año una cuarta parte de todas las inversiones del rubro se destinen a energía solar, eólica, biocombustibles y otras fuentes, por lo que en 10 años su valor podría ascender a 16 billones de dólares. A modo de comparación, el déficit astronómico del presupuesto federal de Estados Unidos “solo” ascendió a un billón de dólares el año pasado.
Y para disipar cualquier duda, hay que tener en cuenta que las decisiones de inversión para reducir las emisiones no son tomadas por paneles climáticos, activista ni los gobiernos de las economías más grandes del mundo.
La gran mayoría de los fondos que se invertirán en recursos renovables provienen del propio mercado y los gastos de capital son los factores clave: las tasas de interés de los préstamos para proyectos de combustibles fósiles han aumentado hasta un 20% en comparación con el 3% aplicado a energías limpias.
Esto significa que las decisiones sobre qué recursos representarán el mejor valor para el dinero en la producción de energía en el futuro son tomadas por bancos, fondos e inversores individuales grandes y pequeñas.
Si bien es cierto que se sigue tratando de un negocio, a diferencia de las fuentes tradicionales de energía, la tecnología tiene mucho que aportar a este sector. Por ejemplo, basta instalar módulos fotovoltaicos en los tejados de edificios residenciales e industriales, o pequeños parques solares de tan solo 3 hectáreas en el desierto, para comenzar a ver los frutos. Algo similar ocurre con la diversificación de las estaciones de biogás y la instalación de turbinas eólicas en función de las características del paisaje y la población.
Esto significa que los recursos renovables no solo impulsan una revolución tecnológica y de inversión, sino que también producen competencia y diversificación, lo que deriva en seguridad y estabilidad energética. ¿Qué otros recursos pueden ofrecer lo mismo? Definitivamente, el año 2021 y la primera mitad del siglo XXI pasarán a la historia, dejando su fina marca verde.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.