Por: Nello Gargiulo. Fundación Cardenal Silva Henríquez. Miembro del Hub Desierto de Atacama
La pandemia sanitaria se ha sumado a otra grandes pandemias de origen diverso: las desigualdades desprotegidas, la pandemia ética (Pandemética[1] que propone mi amigo el Doctor Carlos Cantero) y el ambiente ecológico en rebeldía por las rupturas ecosistemicas de las grandes reservas naturales. Como salir de la crisis es una pregunta recurrente en los caminos de la web cuando las ciudades aún no pueden reabrir sus puertas para el comercio y la vida socio-cultural. Por ahora solo nos alegramos con múltiples reflexiones apostando a cómo ganarle a un futuro con incógnitas.
El Capitalismo parece haber caído en un estado de hibernación, y pasada la crisis requiere integrar la multidemsionalidad de la vida del hombre reconociendo la importancias de diferentes sistemas de producción que además de la eficiencia que garantiza el éxito de los proceso económico también debe asumirse como indicador de éxitos la eficacia necesaria para solucionar problemas que en Chile y en el mundo no dejan de preocupar.
La idea de aplicar la teoría del crecimiento y la aplicación de algoritmos matemáticos para garantizar la justicia social se ha demostrado insuficiente. Chile, uno de los países con un nivel de pobreza más bajo del continente y con una deuda externa inexistente, se encontró con la gran sorpresa del 18 de octubre y ahora con la del Coronavirus. Es un país que tiene reservas naturales, finacieras y capacidades empresariales y, sin embargo, necesita de reflexiones y acciones sinergicas para sumar y no restar, con el peligro de crear vacios de poder y de entendimentos que son los circuitos de tránsito para grupos anárquicos y violentistas. La comunidad reclama equilibrio, repudia los maquiavelismos centrados en el estado o en el mercado.
Para todo hay antídotos. En este marco bueno sería considerar una terapia que apunte a restablecer el equilibrio entre la Polis y la Civilis. Es una lastima que medios de comunicación de importancia nacional hayan dejado más espacio a esta diatriba que a relevar caminos virtuosos que en si tienen fuerza de trabajan a favor de la recomposición social.
Superar este dualismo significa luchar en contra de aquellas corrientes que desvinculan la economía de las éticas. Es aquí que se abre una ventana para insertar miradas históricas que enriquezcan el debate y propicien -a partir de las ideas de nuestros pensadores- estudios más amplios y completos del pensamiento económico que conduzcan al rescate del Patrimonio de ideas del humanismo laico y cristiano.
La sequía y la aridez del debate denotan pobreza, se desentienden de cuestiones fundamentales como la relacionalidad y la reciprocidad. También de la felicidad y de la red pública que es el gran contenedor del Bien Común. El principio de la Subsidiaridad sin complementarse con el de la Solidaridad solo conduce a la construcción de modelos de crecimiento inorgánicos con la creación de la que el Papa Francisco ha indicado con el nombre de periferias existenciales.
San Bernardino de Siena, humilde Fraile Franciscano del siglo XV, de gran cultura, observaba el mundo mercantil de la época; con su tratado sobre Contrato y Usura aborda la necesidad del mercado y de la empresa y advierte sobre el peligro del uso del dinero cuando dado en préstamo, se transforma en la usura que mata el alma del deudor. Antonio Genovesi filósofo y metafísico del Iluminismo Napolitano en la primera cátedra de economía en una Universidad, la de Nápoles (1756) titulaba su clases: lecciones de comercio y propugnaba el mercado como lugar de encuentros, relaciones, crecimiento y de amistad y, no de individualismos y antagonismos anticipando el Darwinismoo ley del más fuerte en la naturaleza, capitalizada luego por ciertas visiones liberales aplicadas al espectro social.
A comienzo del siglo XXI, tenemos autores encabezados por el Economista Stefano Zamagni, que se abren al rescate de la Economía Civil de Antonio Genovesi, con el fin de empoderar al tercer sector, como el actor que entre el Estado y el Mercado, garantiza una economía pluralista, que debe conjugar la eficiencia (como indicador de sustentabilidad) propia de la empresa y del mercado, con la eficacia de soluciones de problemas que más directamente se relacionan con el bien común, como son el acceso a biees públicos, una vivienda adecuada; la salud y la educación con niveles de calidad y de inclusión.
Los economistas Bruni y Smerilli, desde la tradición Bíblica se cruzan con temas económicos y monetarios, como los grandes Carismas de la Iglesia, aportando aquellos ingredientes para reponer en el pensamiento económico moderno la dosis de virtudes sociales (solidaridad; justicia; altruismo, fraternidad etc.) que son necesaria para recuperar el camino hacia aquellos equilibrios para construir y recomponer confianzas. La gran interrogante que nos asalta es si. ¿La Pandemia logrará cambiar el rumbo de la humanidad y abrir nuevos caminos de esperanza?
Mientras el ser humano abre ruta hacia Marte y prepara el regreso a la luna, el planeta tierra parece hacerse cada vez más pequeño…y, los valores del Humanismo paracen más urgentes en nuestra conviviencia.
[1] PANDEMÉTICA: Palabra compuesta de pandemia y ética, para señalar que enfrentamos un proceso de degradación ética, que se viraliza con una alta tasa de contagio, a gran velocidad, destruyendo el tejido social en el espacio-tiempo global. Proceso de mutación valórica que se propaga encontrando a la mayoría de las personas sin inmunidad, induciendo Inflamación y fiebre socio-cultural, con impactos diferenciados según los distintos ethos, que pueden ser favorables o no a su desarrollo, según la inmunología (cultural y valórica) de cada población. No se trata de un asunto local, ni siquiera continental, se trata de un fenómeno global, que alcanza a países ricos y pobres, de izquierda y derecha, de diversas religiones. Es la tensión entre lo material y lo espiritual, la visión minimalista de la dignidad de las personas y del sentido de comunidad. Doctor Carlos Cantero.
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