Por: Marco Berdichevsky B. Vicepresidente de Recursos Humanos en Finning South América
Una vez superada la pausa que nos impuso el coronavirus, comenzaremos a ver los profundos cambios que se están generando en la industria, que obligada por las circunstancias, ha comenzado aceleradamente a destinar recursos en pos de la modernización para contrarrestar la falta de mano de obra que vino junto con las cuarentenas y que, a futuro, permitirá disminuir los costos que implicarán la estrictas normas dispuestas para los trabajadores por los gobiernos mediante precisos protocolos de seguridad sanitaria.
Así las cosas, muchos temen con pesimismo que nos enfrentaremos necesariamente al fenómeno conocido como recuperación sin empleo, término conocido en inglés como “jobless recovery”, ya utilizado en la Gran Depresión cuando a finales de octubre de 1929, la Bolsa de Nueva York se hundió estrepitosa e inesperadamente.
Es que el COVID-19 aceleró vertiginosamente la nueva automatización que acompaña el desarrollo de la cuarta revolución industrial en todas las áreas y, en el caso de la minería en nuestro país, dio origen al documento recientemente presentado por la Fundación Chile, el Consejo Minero y Alta Ley, “mediante el cual se busca trazar el futuro de la minería local en cuanto a la digitalización de las operaciones, luego de identificar aquellos ámbitos donde las nuevas tecnologías pueden agregar valor a la industria”, como señaló “El Mercurio” el 22 de julio.
Si bien la minería es uno de los rubros que más había avanzado en la automatización y digitalización de sus procesos y la tecnología para hacerlo existe, lo cierto es que su uso no ha avanzado al mismo ritmo, si no que en muchos casos aparece subutilizada y una de las razones obedece -precisamente- a la falta de personal preparado para utilizarlas.
Y es en este punto donde deberíamos fijar nuestra atención, porque los conocimientos que se requieren -y que debieran ser impartidos a los estudiantes que cursan carreras asociadas a la minería- no están recibiendo la formación que necesaria para hacer uso de las nuevas tecnologías disponibles, una de las conclusiones a las que llegó la Comisión Minería 4.0, creada por Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco).
Hace algo más de un año la Sofofa anunció la reconversión de 16 mil personas en cuatro años, cifra que parece insuficiente a la luz de los al menos diez millones de chilenos que están en condiciones de hacerlo y cuya desnudez frente a los nuevos desafíos, quedó en evidencia en estos cuatro meses de pandemia en que el teletrabajo por ejemplo, que requiere un mínimo uso de la tecnología -, según cifras de Page Personnel-, podía realizarlo solo el 20% de los trabajadores y principalmente en Santiago.
Esto nos lleva a concluir que el desafío que nos espera es gigantesco, que sin innovación y capacitación no aumentará nuestra productividad ni competitividad y que esa es la mejor receta para recuperar juntos nuestra economía, ya que como país debemos prepararnos para reactivarnos con más tecnología y con mayor y mejor empleo.
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