Por: María José Escudero. Directora ejecutiva de Fundación Ronda
El contexto actual que estamos viviendo como país, la mayoría de las problemáticas están afectando a los sectores que se encuentran en una situación más vulnerable. La educación, no se escapa de ello, ya que las clases han sido suspendidas presencialmente y no todos tienen las condiciones y accesibilidad para poder acceder de forma remota, lo que según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), afectará mayormente a los y las estudiantes en situación de migración, de pueblos originarios y aquellos que tienen necesidades educativas especiales.
La discriminación que han vivido los y las estudiantes, con la histórica estandarización y exclusión en nuestro sistema de educación actual, y que ha arrojado cifras como las de la Encuesta Casen 2015, que indica que sobre 77 mil niños, niñas y jóvenes menores de 18 años se encuentran fuera del sistema escolar, 144 mil estudiantes han repetido de curso y solo uno de cada 100 es capaz de escribir textos narrativos coherentes, podría verse aumentada.
Es por ello, que hoy más que nunca, en este nuevo escenario es necesario valorar la diversidad que existe dentro de la escuela, en todas sus esferas, pues la educación es la base de la construcción de una sociedad y las experiencias significativas que pueden obtener de esta, los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, es el mayor regalo que le podemos entregar en el mes de la conmemoración del Día del Niño.
Con 1,2,3 por mí y por toda mi escuela, programa impulsado por Fundación Ronda junto Educación 2020 queremos llegar a comunidades educativas, para impulsar soluciones y gestionar la diversidad a través de la innovación pedagógica, con el objetivo de generar espacios educativos mucho más inclusivos.
Nos unimos en este camino, en pos de la inclusión en la educación, pues anhelamos que todos los niños, niñas y adolescentes de nuestro país puedan sentir que tienen una oportunidad de ser lo que quieran ser, derribando barreras que han sido impuestas socialmente, las que no son acordes a nuestros tiempos y mucho menos a nuestra realidad.
Necesitamos más que nunca invertir en crear espacios que nos permitan que nazcan nuestras y nuestros líderes y agentes de cambio del mañana, que faciliten ese cambio cultural que tanto soñamos para ser realmente un Chile más amable y justo para todas las personas de nuestro territorio.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.