Por: Víctor Silva G. Coordinador de la Sociedad Civil por la Acción Climática Antofagasta. Integrante del HUB Desierto de Atacama
¡Qué duda cabe!: el 18 de octubre y 15 de noviembre del 2019; el 26 de agosto y el 25 de octubre de 2020 serán fechas históricas porque dan pie a que podamos, en democracia, construir una Nueva Constitución Política para Chile.
Las causas del estallido ciudadano de finales del año pasado son múltiples y responden a una mochila cargada de injusticias e inequidades que muchos alimentaron y que no fueron capaces de alivianar, pero desde el mundo ambiental, creemos que la crisis social es también ecológica.
Sin duda, hay un modelo productivo que ya no resiste sólo en Chile sino que globalmente: recursos naturales explotados y privatizados para unos pocos, apropiación indebida de bienes comunes, el problema del agua que hoy es considerado como un bien privado y que no tiene garantizado su acceso a todos como derecho humano fundamental -más aún en época de crisis sanitaria-, así como también la normalización de las “zonas de sacrificio” que someten a comunidades enteras a habitar en un entorno contaminado a pesar de la garantía constitucional del Artículo 19, número 8, de la carta magna que consagra el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación: son los dolores que no sanan en Mejillones, Taltal, Huasco, Quintero, Chiloé o Isla Riesco, por sólo nombrar algunos lugares del país.
Es por todo lo anterior que se hace imprescindible que la nueva Constitución tenga vocación de ser “ecológica”. La Sociedad Civil reunida por la Acción Climática en Chile, con eco en la región de Antofagasta, exige que se garantice el acceso al agua como un derecho humano y prioridad para la conservación de los ecosistemas, el fin de las zonas de sacrificio que hoy en Chile existen, asegurando a cada persona el derecho a la vida digna, a la salud y la mayor protección del medio ambiente para que nunca más en el país se exploten indiscriminadamente recursos ni dañen ecosistemas, así como el justo reconocimiento a nuestros pueblos originarios. En síntesis -como valiosamente propone el Abogado Ezio Costa-, “una Constitución de cuidados, protección, recuperación y valoración”.
En el estallido social hablamos de una sociedad que no es oída -de ahí la vergonzosa autocrítica de la clase política que ahora “sí” quiere escuchar porque sólo están en peligro sus cuotas de poder y privilegios-, pues bien, llegó el momento de sentarnos todos y todas a mirarnos de frente y hablar sin chantajes, relevando a los ciudadanos de a pie.
Es hora de levantar un nuevo pacto social desde el diálogo, sin miedo, con amplia mirada y que responda al gran desafío actual: la crisis climática y ecológica.
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