Por: Juan Ramón Godoy M. Profesor de Historia. Magister en Educación
A pocos días del inicio de la primavera y ya con horario de verano en plena vigencia, entramos en el último tercio del año y casi sin darnos cuenta damos la bienvenida a las Fiestas Patrias 2020, las que sin duda son muy distintas a todas las vividas en las últimas décadas. Sí, porque este 210 aniversario de Chile como país independiente está marcado por una profunda crisis sanitaria derivada de la pandemia global del Covid-19, pero también llega en momentos de una aguda crisis económica, laboral y social, que marcan un antes y un después en nuestras vidas y en el devenir histórico del país.
Y es que este aniversario patrio, más que de blanco, azul y rojo, está teñido de temores, incertidumbres y también grandes desafíos respecto del futuro, al menos a corto y mediano plazo. Estamos frente a una agenda abierta en la que el primer gran desafío está puesto en la salud pues transitamos por el séptimo mes de pandemia, el Coronavirus en Chile ya contabiliza un total de 424.274 casos acumulados, con 11.652 víctimas fatales de las cuales 353 son vecinos de nuestra región. Dolorosas cifras que aún no marcan su punto más alto pues la pandemia continúa y una vacuna efectiva es aun inexistente, según la OMS.
A esta crisis sanitaria se adiciona un complejo y difícil panorama económico-laboral que va de la mano con la quiebra de miles de emprendimientos, así como de pequeñas y medianas empresas, traducido en las cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, para el trimestre mayo-julio, que dan cuenta de un desempleo del 13.1% siendo el mayor nivel en 34 años y solo por debajo de 1986 (13,5), con más de 1,8 millones de puestos de trabajos destruidos, un tercio de los trabajadores ocupados afectados por bajas significativas en sus ingresos y un PIB per cápita en Chile que retrocedió a niveles de 7 años atrás (datos Banco Central). Más que números, estas desalentadoras cifras calan hondo en la comunidad y en el malestar social ya evidenciado en octubre del año pasado, manteniéndose pendiente un largo listado de reivindicaciones sociales
En medio de este escenario, los ciudadanos exigen al gobierno y a su equipo de ministros mayor celeridad en la siempre tardía entrega de los recursos ya comprometidos para la reactivación económica, de US $ 12 mil millones, pero esta vez sin espacios para errores, ante las necesidades crecientes de millones de familias a lo largo de todo el país.
Ya no hay tolerancia para cálculos fallidos por parte del gobierno como lo fue, por ejemplo, su tenaz oposición a la entrega del 10% de los fondos de las AFP a más de 10 millones de chilenos, medida que ya se ha visto permitió aliviar directamente las urgencias económicas de las familias y hasta ha contribuido a repuntar la alicaída economía en los meses de agosto y también septiembre, beneficiándose con ello las pymes, el comercio y los emprendimientos de quienes viven casi al día.
La pandemia ha transparentado al Chile real y sus fallos. En este sombrío panorama sanitario, económico, laboral y social, aparecen algunas luces en el entendido que la economía debe estar al servicio de las personas y no al revés.
Mediciones entregadas por el Banco Central señalan una leve tendencia a la estabilización económica en Chile tras una contracción del 10,7% del Indicador Mensual de Actividad Económica (IMACEC), que es menor a lo esperado para el mes de julio, mientras que el Indicador Mensual de Confianza Empresarial registró en agosto su cuarta alza consecutiva de 4,7 puntos, alcanzando un valor total de 42,5 puntos (aun negativo pero en alza), aumentando también los indicadores de confianza y recuperación de los consumidores respecto de compras para bienes del hogar, durante el mes de agosto, según recientes mediciones.
A lo anterior, se agrega el alza del precio del cobre en los mercados mundiales, en gran parte por la recuperación de la actividad productiva en China que es actualmente el principal consumidor de cobre en el mundo, con un precio promedio de cotización del metal rojo de sobre US$ 3 la libra de cobre, siendo el mejor promedio logrado en los últimos dos años, con los beneficios que ello implica para las arcas públicas de nuestro país. Esto dará más soporte para el financiamiento de nuevos programas, subsidios y apoyos a los sectores más vulnerables.
Asimismo, y también como buenas señales, en condiciones de ser ley quedó en el Parlamento el proyecto que perfecciona y extiende la Ley de Protección del Empleo, mientras que se negocia en la Cámara de Diputados la fijación del nuevo monto del salario mínimo en momentos en que la Central Unitaria de Trabajadores apoya un piso de $ 400.000, muy alejado de la propuesta oficialista de $ 322.000, sin duda muy insuficiente. Esta agenda país se desarrolla a menos de 45 días del plebiscito del 25 de octubre, necesario hito que evaluamos como un logro trascendente para la construcción de un país más democrático, justo y solidario, a partir de la nueva Constitución que surgirá del “apruebo”.
Sí, estas Fiestas Patrias 2020 son muy distintas a las ya vividas y marcan un momento de inflexión en nuestras vidas y en el devenir de Chile. En Rancagua podremos celebrar, pero será un festejo responsable, familiar y bajo los estándares de la fase de Transición, donde el autocuidado deberá marcar las jornadas del 18 y 19 de septiembre, y de manera muy especial en aquellas 46 comunas del país que se mantienen en cuarentena, con más de 7 millones de chilenos para quienes no habrá permisos especiales.
Pese a todo, festejemos responsablemente este 210 cumpleaños de la Patria. Lo merecemos.
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