Por: Paulina González T. Magister en Ciencias Sociales, mención Gestión Social. Coordinadora de Vocación Social. Dirección General de Pastoral y Cultura Cristiana de la Universidad Católica del Norte
Para aproximarnos al término “comunitario”, y tal como lo plantea Marchioni, es importante dejar en claro que este concepto, tantas veces utilizado y a veces de manera contradictoria, puede considerar, tanto a la comunidad destinataria de programas o proyectos como a la comunidad protagonista del proceso que se quiere llevar a cabo. Y esto, lo traemos a colación por las propuestas de esta índole, que últimamente, han emergido desde el estallido social y la propia pandemia, lo que da la impresión de una identificación mayor con esta última concepción.
En lo comunitario es posible reconocer lo que se conoce como red, que comprende, siguiendo a Borgatti, 5 elementos: 1.- personas, grupos u organizaciones, 2.- Vínculos entre esas personas, 3.-sistema de vínculos y relaciones con esas personas, 4.-intercambio, que puede ser llevado desde el plano afectivo, financiero, material, que es generado por dicho sistema de vínculos y 5.- el apoyo social.
De esta manera, se establece un tejido social que es sostenido por el sentido de pertenencia, desde los vínculos pasando por la geografía física del lugar, un relato común a una historia compartida por la mayoría y que también, por supuesto, aplica resistencia a los cambios que aparecen desde el exterior que puedan eventualmente constituir amenazas el patrimonio comunitario.
En la actualidad, estos elementos son los cuidadores de aquellas personas cuya vida ha sido fragilizada de manera permanente o están enfrentando las diversas dificultades como las que acontecen hoy en nuestra sociedad.
Se ha sostenido desde la sicología- por Javiera Castañeda- que cuando las familias y amigos cercanos no están disponibles como red de apoyo material o emocional, toca acudir a lo comunitario, vale decir, vecinos o conocidos, organizaciones territoriales, juntas vecinales, como redes que activan y generan un abanico de posibles soluciones frente a una situación de emergencia.
Por su parte, el sociólogo Ricardo Rivas, del Centro de Investigación CGIDEN, ha subrayado la relevancia que los vínculos mencionados puedan ser erigidos con el aparato estatal, transformándose en puente entre las instituciones y la comunidad, siendo esta ultima la depositaria de las necesidades de sus habitantes, convirtiéndose así, en un elemento central en la gestión de eventos como el COVID-19.
Es así, como estas y otras situaciones de emergencia y de apremio, permiten reconocer que lo comunitario, lejos de estar en el olvido, posibilita a las familias que viven en condiciones de fragilidad, ser arropadas, cobijadas y cuidadas.
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