Por: Alejandro Martínez M. Gerente de Proyectos Casinos River
Una idea importante de considerar: como sucede con casi todas las empresas, en especial en las regiones, todos los periodos cíclicos que vive la economía chilena van en directa correlación con estas organizaciones que, producto de su esfuerzo, han salido adelante a fuerza de su tesón y plena confianza en sus proyectos de desarrollo.
De este modo, un ciclo económico pujante otorga a nuestra empresa una estabilidad que tiene su duración exacta hasta que se acaba el mencionado ciclo, llevando consigo una serie de pérdidas no solo económicas, sino que también de personal, procedimientos, capacitaciones, inversiones, infraestructura, entre otras, lo que constituye un constante reto para que todos los esfuerzos se concentren y fluya lo mejor del equipo que la compone.
Esta situación descrita, a pesar de los treinta años de trayectoria de River es algo que no se ha logrado consolidar y constituye, sin duda, una gran tarea que es necesario asumir, sobre todo en escenarios tan cambiantes e inestables como los que estamos viviendo en la actualidad con la pandemia y con la lenta reactivación económica de nuestro país.
Pero en este panorama tan complejo, surge siempre una gran oportunidad para River: trabajar manteniendo una mirada positiva, redoblando los esfuerzos para así lograr cada vez mayor estabilidad empresarial, aprendiendo a desarrollar estrategias que sintonicen con las necesidades de crecimiento regional.
Dicha estabilidad empresarial queda entonces representada por contratos de gran envergadura que permiten en un mismo cliente la prestación de varios servicios, mejorando la venta y maximizando las utilidades ya que se hace uso de las economías de escala: desayunos, almuerzos, cenas, colaciones, aseo, hotelería, lavandería, mantenciones menores, entre otros, teniendo como clientes potenciales: Michilla, Sierra Miranda y Mantos Blancos.
Para alcanzar este importante nuevo esquema, hay que tener en cuenta una cuestión semántica, un interesante ejercicio que consiste en cambiar un concepto por otro, con toda la carga de significados que implica: River Antofagasta, debe migrar de su denominación actual de “Casinos” para convertirse en una “Planta”.
El concepto actual de “Casinos” involucra una especie de inestabilidad laboral, con dependencia de proyectos, búsqueda de nuevos negocios de manera constante, logística que aumenta los costos, genera mayores riesgos, entre otros temas relevantes.
El concepto de “Planta”, implica necesariamente venderle a la “competencia” -“un poco para que ellos hagan el trabajo”-, eliminando la logística, consolidando un mayor número de clientes, una mayor cuota de mercado, aumento de estabilidad, mejores costos, capacidad de desarrollar nuevos productos y/o soluciones, transformándose en un referente local, constituyéndose en una solución local para la industria de servicios gastronómicos.
Este cambio semántico, donde una palabra reemplaza a otra, implica un salto cualitativo para una empresa como River, arraigada en el seno regional y en el que después de tres décadas de trabajo ininterrumpido, se ha posicionado como una empresa seria, pujante y capaz de crecer y desarrollarse de manera sostenida, incluso en un momento histórico tan inestable como el actual.
Esta sutileza conceptual involucra también un cambio de paradigma lleno de desafíos, porque implica cambiar procesos de trabajo, mejorar la capacidad de las personas involucrados en dichos procesos, preparar de manera sistemática un equipo humano que sea capaz de entender el salto cualitativo que esto conlleva: se trata de ponerse en un escenario completamente distinto, donde River se consolida como una empresa que es capaz de plantarse con seguridad y plena confianza frente a las grandes mineras regionales y frente a clientes potenciales que han crecido en sus demandas y se han convertido en excelentes espejos en donde podemos (y debemos) reflejar nuestra estatura como empresa.
River tiene claro que este cambio semántico es posible de traducir en un trabajo afiatado, consciente de las limitaciones y los obstáculos, pero, por encima de todo, fruto de una mística que se siente, se vive y se exterioriza con potencia.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.