Por: Gonzalo Cruells. Gerente general de Fastco
El golpe que ha significado para varios sectores económicos la pandemia por el coronavirus, con su correlato de mayor desempleo, otorga la oportunidad de contribuir a fortalecer una política laboral que priorice las nuevas necesidades del trabajador. Una de las enseñanzas de esta crisis es el profundo cambio en el paradigma laboral clásico, en el que un trabajador, desplazándose desde su hogar, desarrolla su tarea de manera presencial.
Las cuarentenas nos obligaron a quedarnos en casa, trabajar y cumplir una multiplicidad de roles de forma simultánea en el día a día, especialmente para quienes tienen hijos, con todas las obligaciones y requerimientos que esto conlleva.
Apareció así el fantasma que atormentó a muchas empresas: implementar el teletrabajo y que el colaborador no pudiera cumplir con sus niveles de productividad de la misma forma que lo hacía en la oficina. La realidad mostró lo contrario.
Las relaciones laborales son más justas cuando el trabajador se siente valorado en su empresa y cuando ésta adopta decisiones que lo impactan de manera positiva. Por eso, el éxito que ha significado el teletrabajo debe abrirnos las puertas para una conversación necesaria: un modelo laboral híbrido, con jornadas en casa y oficina, son perfectamente sostenibles como una proyección a mediano y largo plazo. También la adopción de programas de acompañamiento profesional para asegurarnos del bienestar emocional de los colaboradores, pueden adaptarse a las necesidades de cada emprendimiento. Por otro lado, la disposición de adecuadas herramientas tecnológicas sin duda es parte fundamental de una mirada integral.
En Fastco Group la pandemia nos encontró con el sistema de trabajo remoto ya implementado, pues la situación en Chile ya era compleja tras el estallido social, razón que nos llevó a adoptar medidas para evitar que nuestros trabajadores pasaran por riesgos innecesarios. Los resultados han sido muy satisfactorios. Durante el 2020 logramos aumentar en un 15% la empleabilidad y la productividad y el sello de nuestra labor no sólo se mantuvieron, sino que se han incrementado. Todo, gracias al compromiso y esfuerzo de cada uno de los trabajadores de la empresa.
Sabemos que no somos los únicos con resultados positivos. En noviembre del 2020 la empresa de reclutamiento especializado Robert Half, encuestó a 180 gerentes nacionales: de ellos, un 70% señaló que cambió positivamente su expectativa de lo que pueden lograr sus trabajadores y equipos de manera remota.
La pandemia del COVID-19 vino a acelerar e intensificar las tendencias que se venían dando en el mundo del trabajo, como el creciente uso de las tecnologías en la automatización de puestos de trabajo, el auge de la economía digital, el incremento del comercio electrónico y el uso de las tecnologías de la información.
Ese es el marco dentro del cual debemos trabajar a futuro, delineando mecanismos que permitan identificar las necesidades de los trabajadores en esta nueva modalidad productiva, más allá de la entrega de implementos tangibles, sino también generando apoyo psicoemocional y flexibilidad en las metodologías de trabajo, considerando la multitarea a la que se enfrenta la fuerza laboral, sobre todas las mujeres, quienes además de cumplir con su rol profesional, cargan con gran parte de la responsabilidad doméstica.
Lograr equilibrar las tareas laborales con los requerimientos individuales del trabajador será un esfuerzo que al final redundará en mejor cumplimiento productivo y personal, en un escenario de corresponsabilidad del que todos somos parte.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.