Por: Paula Orellana U. Periodista. Dra. en Antropología. Candidata a Gobernadora Regional por Antofagasta
Sin duda ha sido un avance importante que más mujeres estén en cargos de representación popular, pero no ha sido suficiente. Faltan mujeres feministas en los cargos de poder.
Conmoción provocó el crimen de Damaris Meliñir, cuyo cuerpo fue encontrado en el predio de un hombre identificado como Luis Salas de 64 años. El sujeto confesó la violación y homicidio a la joven de 19 años. Este hecho ocurrió en la comuna de Nueva Imperial, en la región de la Araucanía; pero podría haber sucedido perfectamente en Antofagasta, Calama, Tocopilla o cualquier otra comuna de nuestra región.
De hecho, el pasado miércoles el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Calama condenó a Mario Andrés Chaparro Llaves a la pena de presidio perpetuo simple, en calidad de autor del delito consumado de femicidio contra Gabriela Contreras Uribe, quien era su ex conviviente y madre de su hijo. El ilícito fue perpetrado en julio de 2019 en la capital de la provincia de El Loa.
Lamentablemente, la irrupción de la pandemia de Covid-19 agudizó la violencia de género, que tiene múltiples formas de manifestación. Según consignó un artículo de la Universidad Católica, y de acuerdo a lo señalado por el estudio Claves 2020 de Ipsos y La Tercera sobre la cuarenta en Chile, en su mayoría son las mujeres las únicas personas del hogar que cocinan (56% contra 30% de los hombres), realizan tareas de limpieza (53% versus 27%), lavan (53% contra 22%) y además se preocupan de cuidar a los hijos (51% contra 18%). Esta situación, junto con afectar la salud mental, emocional y física de las mujeres –en un contexto sanitario ya adverso– deviene, sin lugar a dudas, en dificultades para ingresar o mantenerse en el mercado laboral.
Por el lado de la violencia, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género reveló que si bien en Chile se registró una disminución de las denuncias efectivas –en relación al mismo periodo de 2019–, las llamadas al fono de ayuda 1455 aumentaron en más de 70%.
Estamos ad portas de escribir la primera Constitución paritaria de la Historia mundial –y que esperamos que refleje fielmente los anhelos reivindicatorios de las mujeres y minorías–, sin embargo, este ‘rayado de cancha’ jurídico no será efectivo si no va acompañado de políticas públicas y cambios culturales profundos.
No solamente se requiere de una mayor participación femenina en la política, la empresa privada y en la esfera pública en general; sino que –y lo digo con mucha fuerza– es perentorio que sea la mujer feminista la que ocupe más puestos de poder político y aumente su presencia en puestos gerenciales y directivos de las empresas, incluidas las mineras. La voz de la mujer feminista debe ser escuchada en cargos de toma de decisiones. No se trata solo de ocupar ‘cuotas’ de participación porque sí, sino de alcanzar una influencia real en un contexto totalmente perjudicial para nosotras.
Las mujeres feministas y las que transitamos hacia el feminismo debemos asumir estos desafíos y tantos otros, porque contamos con una visión inclusiva y sorora imprescindible para lograr las transformaciones profundas que se necesitan. Es momento de que ahora nosotras nos atrevamos a cambiar la realidad de la región desde el poder de lo colectivo.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.