Por: Alejandra Pozo C. Abogada
Los gobiernos de Michelle Bachelet fueron cruciales para pavimentar el camino y obtener el resultado electoral del reciente 16 de mayo. Las políticas públicas del primer gobierno, desde el 2006 al 2010, impulsaron la participación ciudadana, la transparencia de los actos administrativos, el acceso a la información pública, el trabajo territorial y la inclusión en su amplio concepto; mientras que en su segundo gobierno, del 2014 al 2018, más progresista, incorporó el enfoque de derechos humanos, la perspectiva de género, la descentralización, la protección ambiental y -cómo olvidar- el proceso constituyente, que reconoció el valor de los encuentros locales autoconvocados y cabildos ciudadanos.
Durante esos años de gobierno de Bachelet, funcionarios públicos, militantes de partidos e independientes que adhirieron, desde diversas carteras ministeriales y desde todas las regiones del país, trabajaron -dentro y fuera de gobierno- en la generación de acciones para concretar esas políticas públicas, abriendo espacios de participación y empoderamiento de la ciudadanía para liderar las transformaciones sociales. Así, se pavimentó el camino.
Hoy, el triunfo de la sociedad civil en la reciente elección es, en gran parte, la manifestación de un legado. Fueron electos contundentemente liderazgos independientes, sin militancia partidista, expresión de los territorios, al alero de agrupaciones y movimientos sociales que persiguen el respeto de los derechos humanos, el feminismo, la protección del medioambiente y la descentralización.
Los electos, mayoritariamente jóvenes, o con espíritu joven, apasionados por lo que hacen, van a concretar el objetivo para el cual nos preparamos y se prepararon por largo tiempo: una nueva constitución paritaria, inclusiva, respetuosa de los derechos fundamentales y que refleje nuestros actuales valores como sociedad.
¿Por qué o quién podría decir que la elección de independientes apoyados por movimientos sociales es una derrota para los partidos de la ex nueva mayoría? Por el contrario, es la concreción de la aspiración de las políticas públicas de ese gobierno. Si los partidos dicen que el resultado representa una derrota, entonces falto convicción en lo que hacían.
Lo que Michelle Bachelet no logró concretar bajo su gestión como presidenta, se concretará de otra forma. Yo miro esta elección e imagino a Michelle disfrutando el triunfo de la sociedad civil organizada y pongo mi fe en que ella -como alta comisionada de los derechos humanos nada menos que en la ONU- protegerá a Chile de las reacciones beligerantes, asegurando el avance hacia una nueva forma de convivir en sociedad, más justa y equitativa.
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