Por: Gabriela Clivio. CFA. Economista y Foundingmember CFA Society Chile
Con un lápiz pasta azul y el carnet de identidad en mano tenemos la inmensa posibilidad de elegir si lo que queremos para el país es emular el paralelo 38 que separa a las dos Coreas o abrir nuevamente la puerta de Brandenburgo, tal como sucedió en noviembre del año 1989 cuando las dos Alemanias -los dos Berlines- volvieron a unificarse. Mi esperanza es volver a reconciliar las fracciones que la clase política quiso generar y re-construir una sociedad más equitativa y más armónica, un sólo país sin paralelos que nos dividan.
Muchas son las razones que se han planteado a lo largo de la historia para explicar la desigualdad en las sociedades, desde del clima -las regiones entre los dos trópicos siendo más pobres- o la religión hasta la adopción tecnología. Varias de estas teorías o razones han demostrado no ser capaces de explicar cómo es que dos poblaciones tan homogéneas históricamente, como son aquellas que pueblan las dos Coreas, enfrentan una situación económica tan diferente, tan desigual.
Hoy, Corea del Sur tiene uno de los ingresos per cápita más altos del mundo mientras Corea del Norte es una de las economías más cerradas del mundo y enfrenta situaciones de pobreza y malnutrición extrema. Daron Acemoglu en su obra “Porqué fallan las Naciones” logró con ejemplos sencillos, demostrar que la explicación de las diferencias entre las naciones en materia de pobreza y desigualdad no radica ni en el clima, ni en la religión, ni en la ubicación geográfica, sino en la calidad de las instituciones que las gobiernan.
Por eso es tan importante el período que se abre ahora donde se redactará una nueva Constitución. Una carta magna que debiera buscar la reducción de las desigualdades y el establecimiento de una sociedad más armónica en vez de seguir estimulando las rivalidades entre muchas otras cosas como el respeto de las instituciones y la propiedad privada.
La nueva constitución, sin embargo, estará lejos de resolver los problemas de la reducción de las exenciones tributarias que se deben eliminar, las bajas pensiones que se deben arreglar, la elusión que se debe evitar entre otros no temas no menos importantes. Esos problemas que son más que importantes también deben ser resueltos con reglas del juego que no deben ser cambiadas para volver a crecer.
Volviendo a las divisiones del título de esta columna. Luego del año 1945, Corea del Norte y Corea del Sur decidieron organizar sus respectivos sistemas de gobierno de una manera muy diferente. El Sur decidió adoptar instituciones democráticas mientras que el Norte decidió adoptar un modelo autoritario. Lo cierto es que sólo el paralelo N°38 explica las diferencias actuales, no habiendo diferencia alguna en dotación de recursos naturales. Sin embargo, como consecuencia de sus sistemas de gobierno y sus instituciones, ambos países han obtenido resultados muy diferentes en materia económica.
Si bien la historia de las dos Coreas muestra una separación permanente, lo sucedido en la Alemania post- caída del muro de Berlín es un ejemplo de esperanza. Antes de la caída del muro a fines de los 80s, las condiciones económicas y sociales eran muy diferentes para los berlineses de uno y otro lado de la dividida ciudad. El muro se había constituido en una especie de “Paralelo 38”. Luego de 28 años, ese “paralelo” se derribó y la ciudad fue re-unificada y los Berlineses pudieron atravesar nuevamente la Puerta de Brandenburgo. Ese sería el mejor resultado de esta elección, el derrumbe de los paralelos que nos separan, que otros han construido. La reunificación en una sociedad más armónica de todos los chilenos para que todos juntos podamos estar mejor.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.