Por: Christian Bridevaux. Coordinador Programa de Educación Continua, Depto. Ciencias de la Computación, U.Chile
Es un hecho que hoy el mercado está enfrentando una significativa escasez de talento. La pandemia no sólo ha sido un trauma mundial para los sistemas de salud, sino que también para organizaciones de todos los sectores que han debido adaptarse rápidamente a las transformaciones tecnológicas requeridas para enfrentar estos tiempos.
Esto ha generado un incremento en la búsqueda por profesionales TI que no ha podido suplirse, generando un déficit va entre el 25% al 40%, según Fundación Chile y consultoras internacionales. Desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación confirman esta brecha, haciendo hincapié en la carencia de capital humano avanzado en especialidades la como ciberseguridad, inteligencia artificial y la ciencia de datos para industrias como la salud y la logística.
Ante este escenario, el desarrollo de conocimientos y habilidades en estas áreas es crítica. Y aún cuando se pueden vislumbrar varias soluciones, la formación continua pareciera ser fundamental para generar los perfiles que el mercado requiere. Esta formación -a través de capacitaciones, postítulos, diplomados o la adquisición de otros grados académicos- no sólo debe ofrecer la expansión de conocimientos, sino que también la flexibilidad –horaria y geográfica- acorde a las necesidades de estos profesionales.
Además, parte de la solución podría estar en abrir la participación de otros actores en la formación, revisión y actualización de estos programas. Estos deben desarrollarse de cara a la industria, a través de ejecutivos o los mismos profesionales que buscan especializarse, incorporando de forma sistemática sus reales necesidades. El trabajo mancomunado entre estos estamentos es fundamental para entregar soluciones acordes al mercado y que éste, a través de organizaciones públicas y privadas, entienda la importancia de robustecer a sus equipos TI con profesionales más calificados.
Poder acortar la brecha entre oferta y demanda debe ser un eje gravitante a trabajar para empresas y la academia, sobre todo si queremos que el país sea –efectivamente- un centro tecnológico líder en América Latina.
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