Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Máster y Doctor en Sociología. Consultor, Conferencista y Académico. Autor de diversos libros y múltiples artículos de revistas y medios
La sociedad actual enfrenta una crisis cuyo fundamento basal es ético. Un proceso de degradación permanente, constante y vertiginoso, de los elementos valóricos, que hemos denominado “Pandemética”. Esto se da en el contexto de brechas muy evidentes, a saber: generacional, digital, ética y cultural.
La brecha generacional muestra una ruptura entre los adultos (Baby Boomer) y la juventud en sus diversas categorías o denominaciones, al punto que la señal de cambio revolucionario es la equívoca distinción entre joven y viejo. Aun cuando hay “viejos” que muestran gran pensamiento crítico y nuevas ideas para la adaptabilidad al mundo que emerge; y, “jóvenes” que traen la configuración de todos los vicios de los que son críticos.
La brecha digital resulta de fácil comprensión y guarda relación con la capacidad de adaptabilidad a la sociedad digital, a la usabilidad de las herramientas TIC, al desarrollo de nuevas habilidades tecnológicas y competencias relacionales. Esto determina la capacidad de cada cual, para configurar la realidad, influir en los procesos sociales, incidir en la viralización de los temas que marcan la pauta política y noticiosa. Los que se adaptan tienen una gran capacidad de configurar la realidad, particularmente si se maneja la Big Data, la gestión de medios de comunicación, la gestión de redes y el neuromarketing.
La brecha ética tiene que ver con la tensión entre los viejos valores que se intenta mantener y los nuevos valores que la juventud intenta imponer en la sociedad, asociado a las nuevas tendencias de individualismo, aunque con algunas expresiones comunitarias, que se puede traducir por la emergencia del Nihilismo o debilitamiento de los valores tradicionales que ceden a la compulsión inmediatista; lo que se refleja en la vigencia del hedonismo que es la compulsión por el placer sin asumir consecuencias; todo esto marcado por la antigua tensión entre los bienes públicos y los bienes privados; entre lo patriarcal y lo matriarcal; entre la competencia y la colaboración; la tensión entre estilos de liderazgo egótico y el liderazgo ecológico; entre muchos otros matices.
Y, la brecha cultural caracterizada por la Post-Modernidad y la Post-Verdad, entorno en el que las grandes estructuras socializadoras pierden su autoridad. Se derrumban los mega relatos: ideológicos, religiosos, culturales, consecuencia de lo cual se debilitan los principios y valores. Emerge una sociedad de amplias libertades en la que se derrumban los modelos prescritos. Esta sociedad se caracteriza por la Voluntad de seducir, en lo público y lo privado; el placer sin compromisos; la moda y consumismo.
Es el imperio de lo ligero, lo líquido, la obsolescencia constante; el consumismo inmediatista; el culto al hedonismo y nihilismo. Una banalidad ética, anclada en la sociedad del desdén, donde se gestiona la (des) información y el manejo o manipulación de las emociones.
Todo lo cual define un nuevo ideal de vida y las nuevas formas de poder. Se están gestando los nuevos paradigmas que caracterizaran lo que viene emergiendo y que se ha denominado la Sociedad de la Singularidad. ¿Quiénes definirán y cuáles serán esos principios y valores?¿Será acaso el poder económico? ¿La netocracia que diseña los algoritmos? ¿Tendrá algún rol la intelectualidad, los librepensadores, los liderazgos espirituales, éticos y filosóficos?
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