Por: Alfonso Bawarshi. CEO y Socio Fundador de Grupo Avanza
En igualdad de condiciones, ¿Qué es lo que diferencia a las empresas modernas de las tradicionales? ¿Cuál es el factor que determina que una organización esté adaptada a los tiempos actuales o se quedó en el pasado?
No existe una única respuesta y son varios los factores que entran en juego en esta ecuación, pero si tuviéramos que analizar esta pregunta desde el punto de vista de los Recursos Humanos, los equipos de trabajo que componen cada organización, sí podemos identificar algunos parámetros.
Hasta hace algunos años, la composición más característica de una empresa era vertical, donde los cargos superiores encabezaban una estructura que más abajo estaba compuesta por puestos inferiores que reportaban directamente a los primeros sin posibilidad de participación o feedback sobre lo que se hacía. Hoy, esto es casi impensable.
Eric Ries, autor del libro “El camino hacia el Lean Startup” cuenta algo que siempre recuerda de la conversación que tuvo con Jeff Immelt, CEO de General Electric, a principios del siglo XXI: “Nadie quiere trabajar en una empresa anticuada. Nadie quiere comprar productos de una empresa anticuada. Nadie quiere invertir en una empresa anticuada”.
Pongo énfasis en el primer punto: Nadie quiere trabajar en una empresa anticuada, porque está demostrado que en economías desarrolladas mientras mayor es la interacción entre los equipos al interior de las empresas, es también mayor el intercambio entre ambos al existir más instancias y la confianza suficiente para hacerlo.
Lograr este nexo no es algo que se consiga de un día para otro. Tiene que existir un trabajo previo, especialmente por parte de quienes ocupan los puestos de liderazgo, y también habilidades de negociación, resiliencia y empatía. Un estudio global sobre tendencias en RRHH realizado por la consultora Deloitte llamado “Reescribiendo las reglas para la era digital” , identificó la agilidad como un factor clave en este nuevo modelo. Romper con las estructuras jerárquicas y encaminarse a modelos centrados en el trabajo de equipo es fundamental para el mundo laboral de hoy en día.
Ejemplos concretos: Muchas empresas incluyen actualmente en su gestión plataformas tecnológicas que facilitan el acceso a la información sin distinguir si quien consulta o aporta datos de actualización es un líder o un colaborador. No importa el cargo, porque lo realmente relevante es el input que se está entregando en beneficio de la compañía y esa es una manera de democratizar el acceso a la entrega y búsqueda de nuevos datos. El trato es directo, trackeable y transparente, configurando así una nueva forma de relación intraempresarial.
De hecho, se estima que los departamentos de Gestión de Personas juegan un papel crucial para ayudar a la transformación digital de una empresa, porque ellos ven las dos caras del problema: por un lado cómo transformar las actividades internamente y por otro, cómo transformar la fuerza laboral como un todo.
La confianza entre empleado y empleador es un motor muy potente para generar nuevas ideas, innovación y desarrollo empresarial. Las organizaciones que sean capaces de adoptar nuevas tecnologías y formas de trabajo, que busquen nuevas formas de reinvención y estén atentas a las necesidades de sus equipos, serán aquellas que logren impactos positivos y perdurables en el tiempo.
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