Por: Alfonso Sánchez D. Presidente Cámara Chilena de la Construcción, sede Calama
Con muchas expectativas y esperanzas recibimos los anuncios del presidente de la Corporación Clúster Minero de la Región de Antofagasta, sobre los convenios de colaboración firmados con importantes mineras regionales como AMSA, BHP Billiton, Codelco y otras, en pos de lograr un compromiso real y efectivo con el empresariado y la mano de obra local. Sin duda alguna, se trata de anuncios relevantes para el desarrollo económico, productivo y sustentable de nuestra región.
A propósito de lo anterior, queremos recordar que, con ocasión del cierre del mes de la minería el pasado 31 de agosto, la AIA presentó por primera vez el “Barómetro de Proveedores de la Industria Minera” confeccionado por Sicep, entregando información que debe llamarnos a reflexionar sobre los verdaderos impactos de la industria minera en la región.
El análisis abarca un período de tres años, desde el 2018 al 2020, y entrega datos como el que de un universo de 3.528 empresas registradas en este sistema de evaluación de proveedores, el 65% son mipymes. Además, de las empresas consideradas grandes, solo el 12% tiene domicilio en la región, en el caso de las medianas es el 28%, y de las pequeñas el 42%.
En cuanto a la participación en las ventas totales del año 2020, del universo de empresas evaluadas, las micro y pequeñas empresas tuvieron una participación de un 0,4%, las medianas un 1,8% y las grandes empresas se llevaron un 97,8% de las ventas totales. Si desglosamos el negocio por región de origen de las empresas evaluadas, el resultado es que la participación en las ventas totales de las empresas de la región (mipymes y grandes) solo alcanza el 2,7%, el 12,8% se lo llevan empresas de otras regiones y, un 84,5% del negocio total, se lo llevan empresas de la Región Metropolitana.
Por otra parte, Codelco hace poco tiempo declaró en el documento “La transformación de Codelco” que tiene como objetivo, de aquí al 2030, aumentar en un 60% la participación de pequeños proveedores locales en sus compras totales, lo que significaría pasar de un 2,1% en el 2019, al 3,4% el 2030; dato que no anda lejos de lo medido por Sicep.
Si consideramos los datos del Barómetro Regional como diagnóstico de la situación actual y lo tomamos como la línea base de la medición, pareciera que el discurso o la percepción de que el aporte de la minería a las regiones poseedoras de los recursos no ha sido suficiente, no está del todo equivocado. De ahí nace una exacerbada defensa por aplicar un Royalty minero, que vaya en directo beneficio del territorio de donde se extraen los recursos, ya que del actual impuesto a la minería poco y nada les toca a las regiones mineras cuando el Estado hace el reparto.
Se requiere que estos convenios no se transformen en una mera declaración de intenciones, se necesita medir los impactos, debe existir más que un compromiso con el empresariado local, se debe desarrollar proveedores con el afán de contratarlos y ayudarlos a reconvertirse, si es necesario, para que las mipymes locales puedan acceder a negocios de bienes y servicios que hoy proveen empresas foráneas.
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