Por: Katherine Román. Directora FAE PRO RENGO
Este 20 de noviembre se celebra un año más de la Convención sobre los Derechos de los y las niños, niñas y adolescentes. Un tratado internacional que reconoce los derechos humanos de todas las personas entre 0 y 17 años. Chile ratificó esta Convención en 1990, comprometiéndose a respetar y promocionar sus principios y normas, en beneficio del desarrollo íntegro y la felicidad de los niños chilenos y las niñas chilenas.
Probablemente, la Convención es la única norma legal que promueve la felicidad como un derecho, entendiendo que la felicidad es fundamental para el desarrollo íntegro en la etapa de la niñez. Ser feliz es mucho más que dar alimentación, techo y vestimenta. Un niño o niña feliz, no es sólo el o la que recibe educación, salud y entretenimiento. Hacer feliz a un niño es amarlo, escucharlo, contenerlo y acogerlo.
El Estado debe garantizar los Derechos de niños, niñas y adolescentes, pero el Estado no ama, no quiere. Somos las personas y nuestros sistemas familiares, cualquiera sea su composición, los que pueden acoger y garantizar el desarrollo íntegro de un niño o niña. Son las familias las que pueden hacerlos o hacerlas felices.
El sistema de Familias de Acogida está orientado a dar protección a niños, niñas y adolescentes vulnerados/as que, por disposición de un tribunal competente, deben ser separados/as de sus familias de origen. La separación de una familia es un recurso triste y afecta al desarrollo de personas menores, pero su aplicación supone el bien superior del niño y niña cuando estos son maltratados, abandonados y vulnerados en sus derechos fundamentales.
Reparar el daño sufrido, restituir sus derechos y darles protección mientras se resuelve su situación parental definitiva, es deber del Estado. Sin embargo, la internación no basta. Si bien es una alternativa, no es la más adecuada ya que prescinde de aspectos emocionales que son si o si entregados en un entorno familiar.
El acogimiento familiar, concebido como un proceso transitorio y temporal, es la mejor alternativa para proteger efectivamente a niños y niñas separados de sus familias, garantizando un adecuado entorno para que el desarrollo íntegro del niño no sea interrumpido, y menos, esté expuesto a nuevas vulneraciones.
Garantizar el Derecho a Vivir en Familia (parte de la Convención que celebramos hoy) es una co-responsabilidad social entre en Estado y la comunidad que, a través de Familias de Acogida, cuidan y protegen niños y niñas, en un entorno reparador, promovido por el amor y generosidad desinteresada de personas adultas. Más Familias de Acogida, es más Derechos para niños y niñas de nuestra región y de Chile.
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