Por: Pablo Cantero B. Ceo Agencia Cafeína
¿Seremos capaces de dialogar? Para poder responder es necesario comprender quiénes somos los seres humanos. A lo largo de la historia nos han convencido de que somos seres racionales. Pero, ¿Realmente lo somos?
Como olvidar esa frase que nos programan desde muy temprana edad: “Pienso y luego existo”. Se nos obliga a pensar que somos racionales pero todos los resultados indican que somos seres emocionales.
Nuestro origen es emocional hasta que surge el lenguaje, único aspecto racional evidente en nuestra conducta humana. Somos racionales fundados en sistemas emocionales porque toda decisión se basa en una emoción, la que justificamos de manera racional bajo un sistema lógico que justifica nuestra emoción.
Hoy hay algunos que manipulan nuestras emociones. Las emociones son la herramienta de persuasión de masas más utilizada en el último tiempo. Para bien y para mal, ciencias como el neuromarketing, estudia los estímulos de estas emociones en los cerebros, con el objetivo de predecir nuestro comportamiento.
Lo mismo hacen las redes sociales: manipular emociones para concretar propósitos u objetivos. Así las gestionan de tal manera que contagien a la audiencia a través de las “networks”.
Pero a pesar de toda esta evidencia comprobable, algunos sólidos maestros dicen que no es así.
Hace unos días, mientras escuchaba a Humberto Maturana, encontré el argumento perfecto para justificar que los miedos, los deseos, los gustos y las preferencias son lo que guían nuestra vida cotidiana. Maturana en un ejemplo excelente, nos invita a reflexionar sobre dos preguntas fundamentales en las relaciones humanas:
¿Qué motivos tienes? Y ¿Qué razones tienes? Dos preguntas muy similares, pero completamente diferentes. La primera alude a las emociones que fundamentan el actuar y la segunda al sistema lógico y racional que motiva la acción. De esta manera, podemos diferenciar ambas y entender la acción de la motivación o emoción v/s el sistema lógico racional.
¿Pero qué nos hace pensar que somos racionales? Nace desde la desconfianza. Perdimos la confianza y viene el control. Tal y como sucedió en Chile en este proceso que actualmente vivimos y que hoy recupera la fe simbolizada en un presidente joven.
Nuestro actual mandatario electo, seguro, ya sabe: Que la confianza ocurre en la aceptación de la legitimidad del otro y de esa manera, se generan vínculos emocionales que se fundamentan en lo racional. Así nace la confianza que Chile busca, herramienta única para lograr gobernar a todos los chilenos.
Hoy todos los ojos están puestos sobre nuestro futuro presidente Millenials, no solo el mundo, también los que habitualmente juzgan y aquellos que desde las sombras dominan el poder económico y al mismo tiempo el social.
Hoy más que nunca es recomendable escuchar y leer a Humberto Maturana como guía para enfrentar este cambio de época y recambio generacional del poder.
En simple: ¿Qué se necesita para confiar? Respeto, así el otro me respeta y nace la confianza y desde la confianza nace el diálogo, la búsqueda de acuerdos, la tolerancia, el entendimiento. Pero… ¿Se conversa en Chile?
“En Chile se tienen muchas opiniones, pero se tratan como juicios”, dice Maturana que realmente no conversamos, porque lo hacemos para ganar, para someter al otro y que a veces ni siquiera nos escuchamos. No nos respetamos porque no nos oímos.
Actuamos como si la calidad de nuestro hacer dependiera del otro y la verdad es que depende de nosotros y de nadie más. Somos constructores de nuestro propio destino. Pero para construir o destruir primero hay que observar el terreno.
Si nos detenemos un instante y contemplamos, logramos ver la suma de los detalles y esto nos hace ver lo que quizá no veíamos. Si luego de la contemplación surge la reflexión, tenemos posibilidades de conciencia y de esta manera podemos aceptar que existe la posibilidad de que algo no sea como quiero; la posibilidad de que un error sea humano y eso nos permite – a la vez – decidir con propiedad y seguridad.
Esta situación pasa mucho en Chile, porque se vive en un estado de exigencia y de competencia constante que nos hace estar más ciegos, no vemos nuestras propias circunstancias y perdemos el foco.
Un gran desafío para el nuevo gobierno es lograr el clima de colaboración entre diferentes modos de ver la vida: las diferencias entre las distintas generaciones, como por ejemplo entre los baby boomers y los millennials.
Todos frente a situaciones nuevas tenemos dificultades, por eso es necesaria la colaboración y conectar según las posibilidades de cada quien. Todos somos igualmente inteligentes y debemos entender que es necesaria la colaboración, porque solo la colaboración, suprime la competencia.
¿La colaboración y el liderazgo son compatibles?. La historia de la palabra liderazgo habla de cómo unos aceptan la autoridad de otro, lo que en esencia es contraproducente, pues en el momento que se acepta la autoridad de otro, no se colabora, más bien se somete.
Todo indica que el Presidente electo – en su calidad de millenials- debiera tender a generar un clima de confianza y colaboración, alejándose de los dogmas y de las doctrinas de antaño, que ya hace 50 años han demostrado que siguen siendo lo mismo y que claman por cambios en el estilo de trabajo.
Lo necesario para generar ayuda es escuchar y nuestro Presidente electo ha remarcado su capacidad de oír, no solo para generar un programa de gobierno, sino que incorporando la visión de los niños herederos de un nuevo Chile. La clave según maestros y sabios de la tribu estaría en la organización fundada en el respeto, para lograr que el acuerdo le gane a la obediencia. Dejar de confrontarnos y defendernos. En simple: que el acuerdo tome el liderazgo.
Todo lo anterior, se trata sólo de sugerencias y visiones propuestas por el suscrito, un también millennials, que aportan a la gobernabilidad, y las que fueron tan bien recogidas por Maturana, habría sido un asesor perfecto para la autoridad de los nuevos tiempos, lamentablemente es una estrella más en el cielo de los sabios de este país. Ojalá su legado guíe a nuestras nuevas generaciones.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.