Un equipo académico de la Universidad de O’Higgins realizó un reporte para determinar la realidad que viven chilenas y chilenos mayores de 60 años que viven en zonas rurales. La investigación fue solicitada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y el Proyecto NODO de Naciones Unidas Chile
Una de cada cinco habitantes de los territorios rurales en Chile es una persona mayor, casi un 2,4% de la población chilena. Según el estudio realizado por un equipo de investigadoras e investigadores de la Universidad de O’Higgins para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y el Proyecto NODO de Naciones Unidas Chile, este grupo se caracteriza por una lenta pero sostenida feminización, peor acceso a los servicios básicos, bajo nivel de escolaridad y un alto compromiso y participación social en sus comunidades.
La investigación, centrada en personas mayores de 60 años, fue realizada por los académicos Félix Modrego y Camila Oda del Instituto de Ciencias Sociales y Gonzalo Terreros del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad de O’Higgins.
Félix Modrego explicó que se analizaron los datos de la encuesta Casen del 2017 y el censo del mismo año, para “construir una serie de indicaciones que describen la situación de desarrollo y bienestar de las personas mayores rurales en Chile”, lo que arrojó fuertes brechas con las personas mayores que habitan en áreas urbanas.
Modrego indicó que entre los resultados más destacados del estudio se encuentran las insuficientes condiciones de materialidad de las viviendas en que viven las personas mayores rurales, una elevada dependencia del agua proveniente de fuentes poco confiables, los ya mencionados bajos niveles de escolaridad y la elevada dependencia de las transferencias estatales como fuente de ingresos de sus hogares.
Según el estudio existen numerosas brechas respecto de las personas mayores de sectores urbanos, aunque también se evidencia oportunidades para activar iniciativas de apoyo comunitarias para las personas mayores rurales ya que existe una alta participación de este grupo de personas en organizaciones sociales. Por otro lado, y pese al bajo acceso a internet, existe un elevado uso de telefonía celular lo que se presenta como una oportunidad para estimular desde la política pública programas de acompañamiento que hagan uso de esta tecnología.
Aumenta población femenina y las brechas
“Las personas mayores rurales en Chile son un grupo de la población de un tamaño importante y que crece rápidamente”, destacó la académica Camila Oda. Explicó que la vejez en las zonas rurales de Chile “está en un proceso de lenta feminización, es decir, está aumentando el número de mujeres por cada hombre, lo que se condice con mayor expectativa de vida y menos migración interna de las mujeres, y que sin duda contrasta con la alta movilidad campo-ciudad que históricamente tuvieron las mujeres rurales”.
Si bien aún existen más hombres en zonas rurales, el número de mujeres aumentó en un 82,7% en los últimos 25 años. Indicó que, al igual que en el estudio realizado en personas mayores en Chile por el Ministerio de Desarrollo Social el año 2018, el reporte señala que las mujeres mayores rurales son un grupo particularmente desfavorecido, especialmente en cuanto a educación, calidad de sus trabajos y condiciones materiales.
Servicios básicos
En el ámbito de la vivienda, el estudio arrojó que las personas mayores rurales viven en viviendas de peor calidad que sus pares urbanos y una de cada tres personas mayores rurales habita viviendas con un nivel de materialidad menos que aceptable.
“También tienen bajo acceso al agua potable, uno de cada dos personas mayores rurales no puede acceder a este elemento básico desde la red pública. Y –por ende- dependen de fuentes que pueden ser más inseguras como los camiones aljibes, ríos o pozos, para el consumo de agua”, señaló la académica.
A esto se suma el poco acceso a alcantarillado y que en general carecen de servicios básicos de calidad, “situación que es casi inexistente en zonas urbanas”, comenta la académica.
Escolaridad y ocupación laboral
Respecto a los niveles de escolaridad, estos son mucho menores que las cifras de sus pares urbanos. “Si bien el porcentaje que sabe leer y escribir es cercano a 8 de cada 10 personas, un 81,2%, es sustancialmente menor al observado en sus pares urbanos, 93,6%; además, el 48,57% de las personas mayores rurales refería tener, como máximo nivel educativo, educación primaria incompleta”, aclaró Camila Oda.
A pesar de esto, los resultados muestran una considerable ocupación laboral en el grupo de estudio, pero con trabajos en general más precarios que los de sus pares en zonas urbanas. Lo anterior decanta en que estas personas se encuentran más empobrecidas y son más dependientes de las ayudas estatales que las personas mayores urbanas. Además, un 28% de los hogares con personas mayores rurales menciona haber enfrentado condiciones de inseguridad alimentaria y nutricional.