Por: Christian Bordón. Psicólogo, profesor de la Universidad Finis Terrae y director de Peercoach
Como especie humana vivimos uno de los momentos más adversos. En Chile, según el registro de empresas y sociedad, más conocido como “tu empresa en un día” durante el periodo de pandemia, se creaban hasta 516 empresas al día. Dato no menor y ratificado por la última encuesta de empleo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que reveló que en chile hay más de 2.774.193 personas trabajando en microempresas (de 1 a 10 trabajadores) lo que equivale al 37.3% de empleos formales.
Por otra parte, las pequeñas empresas (entre 11 a 49 trabajadores) equivale al 13,1% de los empleos. En esta misma línea, el último estudio de IPSOS, revela que 46% de los chilenos inició algún tipo de emprendimiento durante la pandemia.
Este fenómeno, desde la psicología se puede entender como una conducta de supervivencia frente un hecho amenazante, que modifica habilidades para poder subsistir. El sólo hecho de atreverse a innovar gatilla, desde la neurociencia, el desarrollo de nuevos patrones neuronales para resignificar el momento vivido como la posibilidad de adaptación y sobrevivencia. A esto Darwin lo llamaría: evolución de la especie humana.
Esta nueva especie nace con la necesidad de resolver problemas y se caracteriza por su incansable curiosidad y sentido por lo simple; busca el crecimiento personal desde la superación de desafíos autoimpuestos y el desarrollo profesional desde la pasión y convicción por lograr algo superior a ellos mismos, con impacto no solo en ellos, también en otras personas. Esta nueva especie es la emprendedora, incansable y admirable por su entrega y dedicación, comprometidos con su propósito y estabilidad emocional.
Si miramos más de cerca, podemos darnos cuenta que el emprendimiento es una filosofía de vida que invita a ser dueños de nuestra vida y responsable de lo que hacemos para vivirla. Desde el mundo organizacional, es un nuevo paradigma profesional que genera mayor compromiso con nuestro trabajo y el desarrollo de habilidades fundamentales como lo son: resolución de conflictos, gestión de situaciones complejas, empoderamiento, compromiso por el autodesarrollo, visión estratégica, inteligencia relacional, marca personal, venta y liderazgo.
Es importante recordar esto – hoy – por que el primer trimestre del año puede traer dudas, miedo, incertidumbres, pero no hay que esperar hasta marzo para enfrentarlas. De manera de evitar, el estrés post vacaciones – conocido como llegó marzo-. ¿Quá haría un emprendedor?
No es necesario ser emprendedor para adoptar su filosofía, para el emprendedor es impensado no equilibrar su vida personal y profesional, lo asume como la base para el éxito y actúa según sus valores y prioridades. Aprende a administrar el tiempo a su ritmo con la meta siempre por delante, gestiona sus necesidades para satisfacerlas y resignifica cada momento como una posibilidad y no como un pero.
Para este trimestre del año te dejo esta pregunta: ¿Qué mueve más a un emprendedor, el miedo o el deseo?
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