Por: Marcelo Díaz. Gerente general de Makros
La guerra entre Rusia y Ucrania, lamentablemente, también tiene su arista en el ciberespacio. Por ejemplo, a través de los ataques distribuidos de denegación de servicio (DDoS) que interrumpen esporádicamente los sitios web tanto del gobierno ucraniano como del gobierno ruso y los proveedores de servicios financieros, así como defacement digital y spam. En cualquier guerra uno de los primeros objetivos será dejar inutilizable las comunicaciones, y no es distinto en una ciberguerra.
Aunque tanto empresas como organismos públicos y privados deben estar atentos ante un ciberataque, es en contextos complejos como en actual que se requiere de una preparación mayor y más exhaustiva, pues lo que está en juego es la infraestructura crítica de una nación, es decir, sus fuentes energéticas, sus redes de telecomunicaciones, banca, finanzas, etc.
Para ello, revisar el historial de actividades sospechosas entre los países en pleito es clave para evaluar qué tipos de actividades se pueden esperar y de qué manera las organizaciones pueden anticiparse y prepararse para no ser una víctima más del conflicto.
En marzo de 2014, por ejemplo, el New York Times informó que el malware “Snake” se había infiltrado en la Oficina del Primer Ministro de Ucrania y un grupo conocido como “Cyber Berkut” ejecutó ataques DDoS y alteraciones web, sin provocar daños graves, pero sí causando mucha confusión.
Asimismo, se han visto soldados sin insignias tomando el control de las redes de telecomunicaciones de Crimea y el control del Internet en la región, provocando un apagón informativo o emitiendo mensajes perturbadores por SMS.
Ejemplos hay muchos y cada vez más seguidos, haciendo evidente que la guerra ya había comenzado mucho antes en el plano informático. En esa línea, lo cierto es que la batalla cibernética busca distraer, confundir, negar, desinformar y dividir; y los ataques seguramente seguirán escalando.
Así, lo esperable es que diversos ciberdelincuentes y hacktivistas de ransomware, phishing y operadores de botnets arremetan con más fervor de lo normal contra los objetivos que perciben como sus rivales.
Por lo tanto, monitorear de manera permanente, estar alerta y preparado para cualquier movimiento extraño o sospechoso debe ser ahora la consigna.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.