Germán Moreno, impulsor de la iniciativa, busca crear un ambiente que genere comunidad e inclusión entre todos los niños, con distintas habilidades físicas y capacidades cognitivas, así como con diversos niveles sensoriales y percepciones de riesgo
El pasado 2 de abril se conmemoró mundialmente la concientización sobre el TEA (Trastorno del Espectro Autista). En Chile, aproximadamente 19.000 niños y adolescentes padecen este trastorno. Sin embargo, pese a que la ley obliga a que los lugares públicos sean inclusivos, las plazas del país no fomentan la interacción con los pares porque no están adaptadas para todos.
Según la Ley, estas áreas están obligadas a tener juegos inclusivos infantiles no mecanizados para personas en situación de discapacidad física, cognitiva o sensorial. Con ello, se busca lograr una comunidad cohesionada e inclusiva desde la infancia, entregando un espacio donde todos se sientan cómodos.
Sin embargo, la experiencia de Germán Moreno fue distinta, se dio cuenta que su hijo a diferencia de la hermana rechazaba ir a la plaza. Conversando con otros padres – que tenían hijos en situación de discapacidad – se dio cuenta que los juegos infantiles no eran adecuados para todos los niños y por su formación como constructor civil comenzó a buscar proveedores de juegos inclusivos y como el mercado no tenía, los diseñó y la Municipalidad de La Reina instaló el primer juego inclusivo del país.
Así, nació Curumi, una empresa dedicada a la fabricación de juegos 100% inclusivos. Su objetivo es crear un ambiente que genere comunidad e inclusión entre todos los niños, con distintas habilidades físicas y capacidades cognitivas, así como con diversos niveles sensoriales y percepciones de riesgo disponiendo de estímulos y desafíos dentro del área de juego.
La principal forma de aprendizaje de los niños es a través del juego, ya que a través de él aprende a tomar decisiones, resolver problemas, seguir reglas. El juego forma parte fundamental del desarrollo integral de los niños. Por medio de éste, el niño no solo aprende a desarrollar la imaginación, el seguimiento de reglas y la espera de turnos, sino también, otras habilidades como la interacción y comunicación social, la organización, y la tolerancia a la frustración.
De esta manera, Germán siente que está ayudando a generar puntos de encuentro entre los niños, porque son juegos que favorecen la inclusión, no son para niños discapacitados, son un espacio donde puedan jugar juntos niños y niñas independiente de si son autistas, hiperactivos o no.