Por: Martín Mac-Clure. Cofundador y CEO de Yourney.io
Tendencias que se viven en todo el mundo y también en Chile, nos hablan de una nueva forma de relacionamiento entre las empresas y sus trabajadores. Las primeras están comprendiendo que las personas ya no eligen dónde trabajar guiados únicamente por cifras económicas, también consideran variables como la trascendencia, el impacto y la colaboración.
El problema es que muchas veces estos principios no están tan claros y encontrar el propósito y el sentido del trabajo no es tan fácil. Para apoyar este proceso, el coaching está convirtiéndose en una de las herramientas más efectivas. De hecho, la industria del coaching profesional es actualmente la segunda de mayor crecimiento en el mundo, con un tamaño de mercado que alcanza los US $20 billones. En Latinoamérica aumentó un 107% entre 2015 y 2019, siendo uno de los sectores líderes en cuanto a expansión.
Pero más allá de las cifras, lo que hace realmente el coaching es ayudar a las personas a encontrar valor a lo que hacen día a día y les permite desplegar todo su potencial, lo que va en directo beneficio de las empresas. Diversos estudios demuestran que aquellas donde los trabajadores se sienten más felices y satisfechos, son también las más productivas y valoradas.
En Chile, el coaching profesional no está tan masificado como en otros países y para fomentar su crecimiento, es importante que entendamos su utilidad derribando algunos mitos y prejuicios en torno al tema.
El primero, tiene relación con democratizar su alcance. Durante varios años se relacionó el coaching como una propuesta exclusiva para gerentes y ejecutivos C-level de las empresas, idea reforzada también por el alto costo de un servicio de calidad. Pero los tiempos cambiaron y el concepto de democratización hoy también puede aplicarse a esta industria. La tecnología permite estandarizar varios de los procedimientos asociados al coaching y cuando esto sucede, se obtiene mayor escala y los precios bajan, permitiendo que más personas dentro de las empresas puedan acceder a sus beneficios.
Lo segundo es la falta de educación al respecto. Si preguntamos a cualquier amigo o familiar qué entiende por coaching, muchos nos van a responder que son sesiones de psicología o mentorías. Para facilitar el acceso hay que conocer realmente para qué sirve el coaching, qué hace y qué no hace, además de tener clara la diferencia entre un coach, un psicólogo y un mentor. La información permitirá tomar mejores elecciones y como consecuencia directa, mejores resultados.
Tercero, la calidad. Hoy la elección de coaches viene más por la recomendación que por un análisis exhaustivo del mercado. Lo que estamos buscando con el uso de la tecnología en la industria del coaching es dar la oportunidad a personas y organizaciones para que puedan crear su perfil, entender cuáles son sus oportunidades de desarrollo y de acuerdo a eso, elegir dentro de distintas alternativas de coaches, cuáles son los más idóneos para sus necesidades, con cuál hay mejor match. De más está decir que la oferta debe cumplir con altos estándares de calidad y profesionalismo.
Por último, ojalá podamos dar más oportunidades al coaching. Generemos instancias para probar sus beneficios y ser testigos de cómo estos viajes de transformación pueden hacer maravillas por las personas, las empresas y la comunidad.
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