Por: Ramón Rada J. Gerente de Ferrostaal Equipment Solutions
Contadas con los dedos de una mano son las veces en que hemos visto una paridad en igualdad en el ratio euro/dólar. En 15 años, nunca vimos un alza de la divisa norteamericana tan grande como la alcanzada durante la segunda semana de julio, cuando llegó a $1.046 equiparándose con el euro.
Para nuestra moneda, la variación del tipo de cambio fue un golpe duro. Sin embargo, este lunes vimos una luz de esperanza luego de que las medidas adoptadas por el Banco Central de Chile y el precio del cobre bajaran al dólar de la barrera de los mil pesos. No obstante, la incertidumbre se mantiene frente al escenario mundial complejo y volátil que llevó a Estados Unidos a exhibir la inflación más alta en 40 años (9,1%).
En Europa, las cosas no son distintas debido a su dependencia al gas y petróleo que genera Rusia, país que se mantiene en guerra con Ucrania. Pero, en lugar de lamentarnos no queda más que obedecer a la sabiduría popular que nos enseñó que “al mal tiempo, buena cara”.
Para una economía como la chilena, pequeña y abierta, fuertemente dependiente del comercio exterior, cuyos tres principales socios comerciales son China, Estados Unidos y la Unión Europea es clave sintonizarse con las señales de competitividad y términos de intercambio que determinan los flujos del comercio.
Cuando tenemos un euro debilitado frente al dólar, las importaciones chilenas desde Europa se hacen más competitivas que las provenientes de Estados Unidos. Por esta razón, aunque la crisis y el deterioro de nuestros términos de intercambio no son buenas noticias para un país netamente exportador, podemos tomar las oportunidades que se abren al otro lado de la balanza, reasignando nuestras importaciones de maquinaria agrícola, minera y forestal a Europa.
Productos como los mencionados, hoy son más competitivos, es decir, comprar una máquina europea ahora es mucho más conveniente que una norteamericana. Estamos frente a una oportunidad única para nuestro país y, en este contexto, el Acuerdo de Asociación vigente entre Chile y la Unión Europea -cuyas negociaciones de modernización terminaron el año pasado- nos abre la puerta de par en par para profundizar nuestros vínculos con el viejo continente.
Cualquier día de retraso o aplazamiento en la firma de este acuerdo nos resta oportunidades. Por eso, esperamos con ansias la ratificación y promulgación del pacto que aumentará la certidumbre comercial y la productividad de los usuarios de maquinarias en industrias tan diversas como la minería, la energía y la agricultura.
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